Triples, canastas bajo tableros entre las torres rivales, rebotes, defensa, asistencias... Tati Casal dio todo un recital para el Maristas en la final a cuatro que clasificó al equipo coruñés para la fase de ascenso a Liga Femenina 2 por primera vez en su historia y que se disputará en dos semanas en Navarra. Y es que, sin caer en tópicos, es pequeña pero matona. Sin llegar al 1,70 en un deporte en el que la altura es fundamental, une actitud y aptitud para triunfar.

"Empecé muy bien, con dos triples seguidos. Y eso ayuda", reconoce. "Era mi cuarta final a cuatro y quería que fuera de una vez por todas este año", añade. Y con este estado de gracia se plantará en Navarra para luchar por uno de sus sueños. "Desde muy pequeñita he querido llegar a Liga Femenina 2", dice. "La verdad es que yo me veo pequeñita pero, ¿por qué no? Queriendo y, sobre todo, trabajando se puede conseguir todo. Yo creo que sí", señala.

Por eso avisa de que el Maristas, sin ningún tipo de presión, no se conforma con haber hecho historia con su primer título, primera clasificación y primera copa de campeonas de la final a cuatro: "Queremos más. Iremos a la fase de ascenso a disfrutar porque es algo que nunca hemos vivido y además está la experiencia de la convivencia en equipo durante los días que estemos fuera. Pero eso no quita que vayamos a darlo todo.

El Maristas, como campeón de la final a cuatro, llega como favorito, pero ella lo descarta. "Aunque no tenemos muchas referencias de vascos y navarros, los anfitriones por jugar en casa tendrán más responsabilidad. Y entre nosotros y el Ascensores Tresa hubo mucha igualdad en los cinco partidos que hemos jugado este año, así que no hay favoritos y puede ganar cualquiera", analiza.

Para intentar el salto de categoría, las coruñesas cuentan con varios ases en su manga. "Somos un equipo dentro y fuera de la pista. Nos llevamos muy bien y eso se transmite durante los partidos". Esa la primera. También su juego: "Es alegre y nos gusta correr y la defensa este año nos da un plus". Y por último, una plantilla compensada. "Todas aportamos, todas jugamos y sabemos que si no tenemos el día, aparecerá otra. Rotamos y eso nos da frescura al final del partido y al final de la fase", apunta.

Tienen fresca la experiencia de la final a cuatro disputada en A Coruña, una competición en el que el factor cancha fue fundamental -"se llenó Riazor y el pabellón de Maristas y eso nos ayudó mucho"- y en la que lo más difícil fue templar los nervios. "Antes de Salamanca estábamos nerviosísimas, pero después salimos concentradas y muy lanzadas. Contra Unami teníamos la espina del año pasado y en el tercer cuarto nos asustamos y el último día, contra el Tresa, aunque ya estábamos clasificadas, jugábamos contra un rival directo en la fase de ascenso y queríamos ganarle". Tres victorias con las que cerraron todo el curso sin perder en casa. Una temporada perfecta.