Los All Blacks constituyen una leyenda viva del deporte y un ejemplo del espectáculo visual que puede ofrecer al mundo un equipo formado por jugadores aguerridos y físicamente superdotados.

"Siente el poder. Nuestro dominio aumenta. Nuestra supremacía emerge". Tal y como reza la famosa haka Kapa o Pango, la danza maorí con la que la selección neozelandesa comienza todos sus encuentros, nadie puede contestar la hegemonía de los All Blacks, una excelencia que fue galardona con el premio Princesa de Asturias de los deportes.

Líderes de la clasificación mundial ininterrumpidamente desde finales de 2009, la selección neozelandesa no sólo se ha erigido en el mejor equipo de rugby de todos los tiempos, sino en un auténtico icono del deporte mundial.

Desde su uniforme completamente negro a la hoja plateada de helecho que luce en sus camisetas, sin olvidar su archifamosa haka, los símbolos de la selección neozelandesa se han convertido en sinónimo de rugby en el inconsciente colectivo de todos los aficionados del mundo.

Una leyenda que se cimenta en los éxitos de un equipo que desde que en 1905, con los míticos Originals, realizó su primera gira, no dejó de acumular victorias en su historial. Los All Blacks, que sólo fueron derrotados en partido oficial por cinco selecciones -Australia, Inglaterra, Francia, Sudáfrica y Gales-, han ganado el 77% de los 552 encuentros que disputaron entre 1903 y 2016, según las estadísticas de la Federación Neozelandesa.

Cifras que atestiguan la supremacía de un equipo que puede presumir de ser el único en contar con tres títulos mundiales, los dos últimos consecutivos, tras añadir a la corona lograda en 1987 en Australia y Nueva Zelanda, las victorias en las Copas del Mundo disputadas en 2011 en Nueva Zelanda y en 2015 en Gales e Inglaterra.