De todos los adioses, ninguno oficial, que se vivirán el sábado en el Palacio de los Deportes de Riazor en el choque entre el Liceo y el Barcelona (18.00 horas), el de Toni Pérez parece el más evidente y especial. Aunque ni el club ni el jugador han confirmado que será su último partido con la camiseta verdiblanca, ya se ha empezado a preparar la despedida y es un secreto a voces que la temporada que viene jugará en el Sporting de Portugal junto a su ahora compañero Henrique Magalhães, cedido en el conjunto verdiblanco por el lisboeta y que regresará a casa. El delantero asturiano cerrará así su segunda etapa en el club coruñés, donde en ocho años ha sido algo más que un jugador. Entrenador de cantera, capitán, asistente del equipo femenino y animador general. Un coruñés de adopción.

En la presentación de los partidos, cuando se llega a su número, el 57, siempre es de los más aplaudidos. Detrás de esa ovación están muchos de los niños y niñas a los que entrena en las categorías inferiores liceístas y que le consideran uno de sus ídolos. Pero un ídolo accesible. Pero también la afición le reconoce la entrega con la que disputa cada uno de los minutos que está sobre la pista. Serán más o serán menos, marcará muchos o pocos goles, porque eso, como dicen los delanteros, es una cuestión de rachas. Pero lo que nunca se le podrá echar en cara es no darlo todo y sentir los colores verdiblancos casi más que los de su querido Oviedo.

De su tierra llegó en la temporada 2008-09, con 18 años recién cumplidos, para jugar en el filial verdiblanco, que por aquellas todavía era el Cerceda, con el que consiguió el ascenso a la OK Liga como campeón de Primera División y se colgó el oro en el Campeonato de España júnior, con tres goles claves en la final frente al Alcobendas. Además, se ganó la convocatoria con el primer equipo, que dirigía José Querido, para algunos partidos de OK Liga y también para la Copa del Rey. El siguiente curso, el 2009-10, ya lo jugó entero en la máxima categoría con el Cerceda. Compartió el premio pichichi con el por aquel entonces verdiblanco Pablo Álvarez, con 43 goles que no sirvieron para que los rojiblancos lograran la permanencia.

En ese momento se le cerraron las puertas del Liceo y ante el descenso del Cerceda, decidió buscar minutos fuera y se marchó al Alcoy (2010-11), donde volvió a llamar la atención de los dirigentes liceístas, que le llamaron para reforzar la plantilla para la temporada 2011-12. Regresó a A Coruña y se instaló definitivamente. Este era su sexto año consecutivo en la plantilla, con una Liga (2012-13), una Copa de Europa (2011-12), una Supercopa de Europa (2012) y una Supercopa de España (2016) en su palmarés. De hecho, su marcha supone que sean solo dos los supervivientes de la plantilla que logró el último gran título verdiblanco, la liga: Josep Lamas y Xavi Malián.

Homenajes

Junto a Pérez también jugará su último partido el portugués Henrique Magalhães tras solo una temporada en el club verdiblanco. Llegó como campeón del mundo y se ganó un puesto indiscutible en el cinco inicial del técnico argentino y cada vez aportó más al equipo. Posiblemente no serán los únicos. Hay muchas dudas en torno a la plantilla de la próxima campaña. Álvaro Shehda, Marc Coy, César Carballeira... el grueso de la plantilla tiene numerosas ofertas, aunque todos cuentan con contrato. Capítulo aparte es el del banquillo ya que Carlos Gil ha pasado altibajos esta temporada, con el título de la Supercopa de España pero las eliminaciones prematuras en Copa del Rey y Liga Europea y el desfonde en la liga, y ha perdido la confianza de parte del vestuario.

Si se confirma su marcha, no tendrá un merecido homenaje como hombre que ha marcado la historia del Liceo. En otros equipos de la OK Liga no pasa esto. La semana pasada fue el Reus el que despidió a Marc Ollé y Pedro Henriques en su última aparición ante su afición, lo que no pudo disfrutar el técnico Enrico Mariotti, ya que hasta ayer no se oficializó su salida del club. También el Palau dijo adiós a Ricard Muñoz, del que se conocía su marcha desde hace meses. Y las escenas se repiten en Lleida, Igualada, Vendrell, Vic... El año pasado la afición sí pudo despedir a Jordi Bargalló, que no el club que no realizó ningún acto oficial.