Rafael Nadal gana por aplastamiento. Es la forma en que ha conquistado su décimo título en Roland Garros y en la mayoría de las veces en las que ha elevado al cielo de París la Copa de los Mosqueteros. El tenista mallorquín ha conseguido ganar por tercera vez sin ceder un set, después de haberlo hecho tanto en 2007 como en 2008. Y ésta, también, ha sido la edición en la que menos juegos ha cedido, 35. Rafa se ha quedado a tres del récord que ostenta el mítico Bjorn Börg, que en 1978 ganó el tercero de sus seis títulos en París con solo 32 juegos cedidos. En 2008, posiblemente el mejor año en la carrera del tenista, ganó su cuarto título con 41 juegos cedidos.

Asimismo, la edición de 2017 ha sido en la que menos tiempo ha pasado en la pista, doce horas y cuatro minutos. La anterior ocasión en que pasó menos tiempo fue de nuevo en 2008, cuando estuvo 14 horas y 41 minutos. Y es que Nadal no encuentra rival en su torneo fetiche. Lo de este año ha sido escandaloso por la escasa, por no decir nula, resistencia de sus contrincantes. Solo en dos partidos, ante el austriaco Thiem en semifinales y contra Wawrinka en la final, ha superado las dos horas, aunque únicamente por siete y cinco minutos, respectivamente. En este torneo ha batido el récord de menos tiempo en pista en un partido en el Bois de Boulogne, el de tercera ronda ante el georgiano Basilashvili. Una hora y media justa necesitó para ganar por 6-0, 6-1 y 6-0. En el entrenamiento previo a su enfrentamiento de semifinales ante Thiem se preparó durante dos horas.

Días plácidos

El jugador balear ha estado 168 horas y un minuto en pista para conquistar los diez títulos en Roland Garros, el equivalente a exactamente una semana, y en este 2017 ha pasado sus quince días más plácidos sobre la tierra parisina. No ha encontrado rival. Desaparecido Djokovic, al que muchos ven en el ocaso de su carrera pese a que acaba de alcanzar la treintena, errático Murray y todavía en lista de espera Thiem, el campeón de quince grandes ha levantado el título con un juego excelso, con una derecha cruzada y paralela como las de sus mejores tiempos, y con un servicio, sobre todo el segundo, muy fiable. En la final ante Stanislas Wawrinka no lo cedió ni una vez en todo el partido.

El manacorí, que se tomará unos días de descanso antes de partir mañana o el viernes a Londres para participar en el torneo de Queen's, preparatorio para Wimbledon, ha ejercido un dominio impropio por lo inusual. Porque por muy bueno que sea, que lo es, no es normal ganar diez veces un mismo torneo, y de la forma que lo ha hecho.

Como ejemplo, solo dos veces en sus 81 partidos en París, de los que ha ganado 79, ha necesitado apurar los cinco sets: en la primera ronda de 2011 ante el norteamericano John Isner (6-4, 6-7, 6-7, 6-2, 6-4) y en la semifinal de 2013 contra Novak Djokovic (6-4, 3-6, 6-1, 6-7, 9-7), un partido de casi cinco horas que Nadal acabó con calambres. En la final se impuso en tres cómodos sets a David Ferrer. Precisamente Djokovic es la víctima favorita de Nadal en Roland Garros, con seis victorias sobre el serbio y cinco sobre el suizo Roger Federer.