Se habla de los diez Roland Garros de Rafa Nadal. De los oros de Mireia Belmonte. O de los anillos de Pau Gasol. Y a veces no hace falta ser el mejor de todos los tiempos o subir a lo más alto de un podio olímpico para ser un campeón. Ni siquiera pasar de los dos metros para ser gigante. Como Jacobo Garrido. Con 14 años él también recoge medallas en la piscina como el niño prodigio de la natación paralímpica. Pero su grandeza va mucho más allá. La palabra imposible no existe en su diccionario. Tanto que parece decidido a convertir lo extraordinario en algo habitual. Este sábado será el primer nadador con discapacidad en la historia en participar en un Campeonato de España de aguas abiertas. Repite proeza. En invierno ya había roto barreras en el Nacional de larga distancia, como desde hace dos temporadas se cuela entre los mejores de la piscina en su categoría.

"Los límites solo están en la cabeza", decía hace unos meses el coruñés, ejemplo práctico de la normalidad. Es uno más en los entrenamientos dirigidos por Jesús de la Fuente en el Club Natación Liceo, otro ejemplo perfecto de integración. Y es que ni él ni sus compañeros han dejado que su condición lo defina. Nació con una pierna más larga que la otra, una diferencia que con el crecimiento ha llegado a los treinta centímetros, y agenesia de peroné, lo que provocó que tuvieran que extirparle este hueso y el del tobillo. Unos problemas que derivan en otros, con un desplazamiento de cadera que ya ha tenido que corregir y que no se descarta que tenga que volver a hacerlo.

Sus tiempos son muy similares a los de sus compañeros pese al hándicap tanto a la hora de nadar como de empujarse en el muro en cada viraje. En 2008 la nadadora sudafricana Natalie du Toit ya demostró que esto era posible. Tras sufrir la amputación de su pierna en un accidente de moto, se clasificó tanto para los Juegos Olímpicos en aguas abiertas como para las pruebas de piscina de los Paralímpicos. En otras modalidades, la jugadora de tenis de mesa polaca Natalia Partyka y la arquera iraní Zahda Nemati también lo lograron. Jacobo Garrido sigue ahora sus pasos desde la humildad que le caracteriza. Cuando mañana finalice sus cinco kilómetros en el lago de Banyoles no llegará el primero y será el ganador, pero no hará ningún gesto de victoria, por más que lo suyo no tenga palabras. Después aún tendrá el Europeo de adaptada para soñar con una medalla.