Toni Pérez (Oviedo, 1990) entra en el Palacio de los Deportes de Riazor y alguien le dice: "¿Pero tú no te ibas?" Probablemente sea la última vez en un mucho tiempo que pise la que fue su casa durante ocho años, salvo que A su nuevo equipo, el Sporting de Portugal, le toque visitar la ciudad en la competición europea. Ya se había despedido en el partido que cerró la OK Liga ante el Barcelona. Unos días después, pide las llaves, recoge sus cosas del vestuario y atiende a LA OPINIÓN para repasar su trayectoria en el equipo verdiblanco, con el que ganó títulos tan importantes como la Champions y la Liga, por un club que le vio dar sus primeros pasos en la elite y crecer y por una ciudad que lo acogió como un coruñés de adopción más. Su cara no es de tristeza. Es feliz porque le ilusiona el cambio que dará su vida. Y porque sabe que esto no es un adiós, sino un hasta luego.

- ¿Qué pasó por su cabeza en el último partido, en la despedida?

-Fueron sensaciones de emoción, de alegría y de tristeza. Un poco de todo por los ocho años que he pasado aquí.

- ¿Le costará hablar del Liceo en pasado?

-Me costará decirlo y asimilarlo. Es el club donde viví, donde quise estar y seguramente, donde volveré a estar en un futuro.

- Como a Jordi (Bargalló), cuesta ponerle en la entrevista "exjugador del Liceo".

- Duele, pero también es una decisión que tomé pensándola mucho. Ojalá que, tarde o temprano, pueda volver algún día.

- ¿Por qué tomó la decisión de marcharse?

-La tomé después de pensármelo mucho. Un proyecto como el del Sporting es a una escala superior, quiere aspirar a todo ya desde le minuto cero. La grandeza del club, de la estructura... que se interesara por mí, me hizo tirar hacia delante.

- ¿Cree que necesitaba un cambio de aires?

-Sí y no. Bueno, cambio de aires no son las palabras exactas.

- ¿Nuevos retos?

-Más bien eso. Tuve la opción de ir allí, de quedarme aquí y decidí la de marcharme porque es un proyecto que me apasiona mucho más.

- Pero si los caminos del Liceo y de Toni Pérez se vuelven a cruzar, no tendrá dudas.

-No hay dudas. El Liceo siempre lo voy a tener en mente por todo lo que me dio. Me dio empezar a jugar en la elite y ocho años de vida que no los voy a olvidar jamás.

- ¿Si no es como jugador, volvería como entrenador?

-De momento no me quiero retirar. Yo espero volver a pisar el Palacio como jugador.

- Estuvo dos etapas diferentes en el Liceo, ¿cómo resumiría cada una de ellas?

-La primera fue aprendizaje. En ambas hubo aprendizaje, pero la primera fue de crecimiento máximo porque no paraba todo el día de aprender. Y además solo venían cosas buenas desde que llegué al Liceo B. Nadie esperaba que ascendiéramos, nadie esperaba que casi nos mantuviéramos y estuvimos luchando hasta el último partido, ese año tuve una temporada brutal de goles... y después pude volver para disfrutar de la Copa de Europa, de la Liga, de todos los títulos que llegaron... fue muy bueno.

- Si se tuviese que quedar con solo un momento, ¿cuál sería?

-O la Champions, que fue el primer título grande que gané. O la Liga porque llevábamos muchos años sin conseguirla y luchando todas las temporadas hasta el final. Sí, me quedo con la Liga. Es el trabajo de todo un año. Llevábamos doce puntos antes de la Copa del Rey y no nos llegaba el día de ganarla. Y al final llegó en el último minuto del último partido.

- ¿Y un compañero?

-Es imposible quedarse con uno solo, porque tuve muy buenos compañeros. Desde Xavi Malián, que viví toda esta etapa con él, hasta Josep Lamas, Jordi Bargalló... me quedo con todos.

- ¿Con qué jugador histórico del Liceo le hubiese gustado coincidir en la pista?

-Facundo Salinas, sin dudarlo, por todo lo que representaba para el club y para la afición. Si hubiese coincidido con él en la pista hubiese sido una pasada.

- ¿Y con algún jugador actual con el que compartir equipo algún día?

-No sé, es que he jugado con casi todos los mejores.

- ¿Gonzalo Pérez?

-¿Mi hermano? Sí, ¿por qué no?

- ¿Se arrepiente de algo?

-Para nada. Yo creo que disfruté cada año, cada momento. Hubo momentos buenos, otros malos e incluso muy malos. Hubo etapas en las que jugaba más y en las que jugaba menos, en las que metía más goles y menos... al final los deportistas pasamos por esas rachas y durante ocho años es imposible que todo salga bien.

- ¿Las lesiones están entre esos peores momentos?

-Sí. Pero también no contar con minutos o el estar trabajando día a día y que no te salgan las cosas de cara a portería.

- ¿Cómo le gustaría ser recordado en A Coruña?

-Como un tipo que lo dio todo por esta camiseta, que ama a este club y que era todo entrega.

- ¿En qué situación queda ahora el Liceo?

-Le toca reinventarse, como siempre, y seguro que va a estar arriba. Es algo que llevamos haciendo ocho años. Se fueron jugadores buenísimos y el equipo siguió estando arriba y ganando títulos. Seguro que va a estar peleando por todo.

- ¿Qué espera de su nueva etapa en el Sporting?

-Seguir disfrutando de esto como hago desde el minuto uno que me puse los patines. Y que vengan muchas alegrías.

- ¿Está preparado para la locura que es el hockey portugués?

-Es una de las cosas por las que me decidí. Seguí mucho la liga portuguesa, vi casi todos los partidos que echaron. El hockey español se está volviendo cada vez más táctico, los partidos se deciden por una falta directa o un penalti, por una acción a bola parada. Sin embargo el hockey portugués es mucho más abierto, más hockey individual, defensas más livianas...

- O inexistentes.

-Dejémoslo en livianas, que después como llegue allí y no marque goles me van a decir, ¿qué, no decías que inexistentes? (se ríe). Es un hockey más espectáculo.

- ¿En España se tendría que aprender de eso? Porque allí, y en Italia, las pistas están llenas.

-Cada pabellón se llena y el ambiente es increíble. Hay aficiones visitantes en todos los partidos, aunque sea a 500 kilómetros de distancia. Daba envidia verlo desde fuera y tengo ganas de vivirlo también desde dentro.

- No quiere pensar en la retirada pero, ¿será en el Liceo o en el Oviedo?

-No sé, todavía me quedan muchos años. A mí me gustaría jugar aquí otra vez antes de retirarme. Desde el momento que tomé la decisión, todo el mundo lo sabe. ¡Que no pierdan mi teléfono, que lo apunten bien y no se borre!