"No sé qué es más ofensivo, que pensaran que es un niño porque tiene el pelo corto; que pensaran que es un niño porque es buena portera o que se atrevieran a plantear su sexo como un posible motivo para presentar una protesta ante la organización del torneo". Asunción Torre es la madre de la portera alevín Carla Moolenaar, guardameta de buenas cualidades fichaje del Sporting femenino para la próxima temporada y habitual de la selección asturiana femenina de fútbol 8, con la que se ha proclamado subcampeona de España. Clara se convirtió en la involuntaria protagonista de un incidente que, de nuevo, pone en entredicho el talante de algunos educadores / entrenadores del fútbol base español.

El pasado fin de semana, Clara Moolenaar disputaba con el Asturias Femenino (un combinado sólo de chicas) el XIV Torneo Internacional de fútbol base. Tras superar la primera fase, al Asturias Femenina le tocó cruzarse con el Tropezón A cántabro, equipo formado íntegramente por chicos. Carla y sus compañeras compitieron con arrojo, el partido terminó con un empate a cero y el pase se decidió en una tanda de tres penaltis. Carla, portera de gran envergadura para sus 12 años, detuvo dos de los tres lanzamientos de que consta la tanda y metió a su equipo en los cuartos de final.

A partir de aquí, las versiones son contradictorias. Asunción Torre denuncia una actitud supuestamente machista por parte de Rafael Cicero, entrenador del conjunto cántabro. Según el relato de la madre de la portera asturiana, el técnico del Tropezón habría aleccionado a sus futbolistas con un mensaje poco elegante: "Entradles duro, que se acojonan". La polémica explotó poco después, cuando según el relato de Asunción Torre, el entrenador del Tropezón "se atrevió a denunciar ante la organización del torneo que Carla era un niño, no una niña, y que en realidad se llamaba Hugo".

La reclamación no tenía mayor recorrido deportivo, aunque sería muy grave poner en duda la sexualidad de una niña de doce años, puesto que la categoría alevín (y las inferiores) son mixtas y los niños y las niñas compiten juntos. "Yo no entiendo gran cosa de tácticas deportivas y hasta me cuesta distinguir un fuera de juego, pero tengo muy claro que al fútbol se juega con las piernas, con la cabeza y con el corazón. No con el sexo", prosigue en su denuncia Asunción Torre, que no oculta su enfado, con cierta dureza: "Esos atributos que tanto le gusta mentar, claramente propios del género masculino en las especies animales, cumplen otra función que supongo que alguien habrá explicado al cuerpo técnico que dirigía al alevín A del Tropezón en este partido".

Carla Moolenaar acaba de terminar Sexto de Primaria y conserva intacta su afición por el fútbol. La nueva etapa que está a punto de comenzar en Mareo es un estímulo para esta niña que, una mañana, con sólo siete años, le dijo a su madre que quería jugar al fútbol y ser portera. Por lo que parece, se le da bien.

Carla, que apenas se percató del incidente, lo escuchó divertida cuando su madre la puso al tanto: "Cuando se lo conté, no podía parar de reírse". Clara, que es alta para su edad, lleva el pelo corto y juega al fútbol, ya ha sido confundida con un varón en otras ocasiones y siempre lo ha tomado con humor y se ha limitado a aclarar el malentendido.

El asunto cobró dimensión mediática por una carta que Asunción Torre le dirigió a la directiva del Tropezón y que hizo pública a través de sus redes sociales. El último reproche de esta madre indignada por la ausencia de unas disculpas desde el club cántabro, que según la otra versión sí se habrían producido. Asunción Torre da las gracias a la SD Ribadeo por "su excelente trabajo y el trato recibido".

No es la primera vez que el género de un niño provoca un conflicto en el fútbol base español. Hace poco, la Junta de Castilla y León impidió a un equipo segoviano de categoría infantil que una niña jugase las finales del torneo escolar, en el que había tomado parte hasta que fue denunciada por un equipo rival. Su equipo ganó y los organizadores ni siquiera permitieron a la niña recoger el trofeo.

Hasta la categoría alevín (12 años), niños y niñas juegan juntos o entre sí, lo que no impide que pueda haber equipos sólo masculinos o sólo femeninos. Es a partir de esta edad, cuando los géneros se separan, lo que suele plantear una dificultad para las niñas por la escasez de equipos femeninos para formar competiciones fuertes en que las chicas puede desarrollar su pasión.