Manuel Quintana sabía que ayer su hijos futbolísticos le tenían preparado algo muy especial, eso que se llama homenaje y en el que participó casi todo el fútbol coruñés. Quillo -como le llaman sus allegados-, toda una institución en el Relámpago de Elviña en el que lleva 53 años, recibió numerosas muestras de cariño del club al que le dedicó la mayor parte de su vida y también el de otros muchos clubes de la ciudad, conscientes de que la supervivencia de los modestos pasa por personas como él. Entregador, dedicado y generoso con el club en el que se formó como futbolista, entrenador y como persona.

Lo que no sabía Quintana, que estuvo acompañado de su esposa, hija y sobrina, además de numerosos amigos, era que el Relámpago le tenía preparada una sorpresa. No todo fue fútbol entre exintegrantes del equipo del Elviña; ni tan siquiera fue solo la pulpada que se organizó tras los partidos que se desarrollaron en el campo de la Universidad; los suyos tenían algo especial preparado, una placa conmemorativa en la plaza Emilio Jaspe Deza. Esa en la que está todos los días, por la que hay que pasar para acceder al local social.

Dirigentes de diversos clubes modestos de A Coruña, de As Mariñas estuvieron acompañando a Quintana en su día. También la AFAC (Asociación de Fútbol Aficionado de A Coruña) estuvo representada a través de Juan Vázquez, a su vez presidente del Victoria. Fue una jornada festiva en Elviña aldea, que se entregó a un hombre de "Ponte da Pedra", como él mismo dice, que dedicó 53 años de su vida a una entidad que cumple 73. Llegó en 1964 "el último año de juveniles", como él recuerda, y desde entonces ya no se marchó. Jugó, entrenó, hizo fichas, hizo de delegado, fue utillero... lo fue todo durante 53 años. Algo que los que lo conocieron y conocen quisieron agradecerle.