Eran otros tiempos. Se jugaba al hockey sobre patines en María Pita. Incluso en la cárcel el famoso Torneo Redención. Y en medio de la rivalidad histórica entre el Liceo y el Dominicos estaba el Deportivo. Sí, los blanquiazules también iban sobre ruedas. Han pasado casi cuarenta años desde que el club de fútbol cerró sus secciones deportivas en 1979, pero ninguno se olvida de lo que supuso para ellos esa época. El viernes los últimos en vestir la camiseta deportivista volvieron a reunirse alrededor de una mesa, como hacían entonces todos los domingos como la gran familia que eran. Y fue como si el tiempo no hubiese pasado. Recuerdos, nostalgia y mucha camaradería, pero también hicieron hueco para analizar el presente de su deporte. El tirón es cada vez menor, el Liceo vive una realidad complicada, sobre todo a nivel económico, y todos lo tienen claro: el hockey coruñés necesita la vuelta del Deportivo. "Tino (Fernández), me ofrezco a entrenar gratis si vuelves a abrir la sección", reta José Abeledo, el gran capitán, al actual presidente.

Parece el momento ideal. El Fútbol Club Barcelona sigue dominando el panorama. El Espanyol también se ha puesto manos a la obra y ha recuperado el hockey, que se estrenará la próxima temporada. Y en Portugal, donde se juega la liga hoy por hoy más pudiente, con los mejores jugadores y más afición, son los grandes clubes de fútbol, Porto, Benfica y Sporting, los que están tirando del carro. "El Deportivo tiene que coger el relevo del Liceo, que parece agotado", señalan Carlos Vázquez, portero, Juan Carlos Carrera, defensa, José Abeledo, capitán, y Carlos Parga, que era juvenil cuando el club desapareció, pero con una vinculación especial porque su padre, Venancio Parga, era el entrenador. Los cuatro recuerdan que en su época el hockey era cuestión de honor, de pasión y una práctica muy enraíza en la ciudad: "Llegamos a ser 19 equipos en la liga gallega y la mayoría de ellos eran de la ciudad".

El Deportivo desapareció en la temporada 1978-79 tras un año en Primera en el que fue testigo del ascenso del Liceo a División de Honor y que también compartió con el Dominicos. Había conseguido la permanencia contra todo pronóstico. "Pero Antonio Álvarez no quería que las camisetas del equipo lucieran publicidad, así que decidió que para ahorrar, cerraba las secciones", explican. Se puso fin así a los sueños de niños y mayores y a los que fueron algunos de los mejores años de sus vidas. Se ponen a hablar y no paran, aunque a algunos les falle más la memoria. "Yo les digo, no recuerdo haber estado allí. Y me vienen con la foto que demuestra que sí que estuve allí", bromea Carrera, el que menos relación mantuvo con el hockey porque se marchó a vivir a Madrid.

Pero se arrancan y las historias, los nombres, se van sucediendo. "Los jugadores del Deportivo nos miraban como a unos bichos raros. De aquellas nos cambiábamos en el vestuario visitante del estadio y después teníamos que salir, atravesar las pistas de atletismo y subir en patines por las gradas de cemento para llegar hasta las polideportivas", dice Carlos Vázquez. Ya de aquellas existía un abismo entre lo que cobraban los jugadores de fútbol y los de hockey. Aunque el Dépor estuviera en Segunda, su entrenador era Luis Suárez y formaban la plantilla Jorge, Richard, Piña, Gallego, Ballesta, Piris, Albino, García, Castro, Pousada y Traba. "A veces coincidíamos con ellos en el avión, pero nosotros nos equiparábamos más con los del Fabril", añade. Jugaban a lo que les apasionaba y se lo pasaban bien. "Fuimos a un Campeonato de España, que lo daban por la tele y todo, y nada más salir, nos caímos todos en dominó. ¡Qué risas!", comenta Abeledo, al que todavía le cuesta aguantar las carcajadas. "Coincidimos en ese campeonato con un tal Torner y con un tal Garriga. Nos dejaron impresionados".

Pero más allá de los recuerdos deportivos, lo que siempre quedará será la amistad que los ha unido hasta el presente. Con Venancio Parga, el entrenador, y su mujer, Vera, al frente de esa gran familia. "Ella venía a los partidos con trozos de naranja y de limón para darnos. Se sabía dónde había jugado el Deportivo por las mondas", recuerda Carlos, su hijo, que era de los pequeños del equipo. Y también había tiempo para la diversión. "Sin que Venancio lo supiese, en Carnaval nos recorrimos todas las discotecas de la ciudad para recaudar dinero", apunta Vázquez, que aún conserva cara de gamberro.

Raúl Elícegui, José Abeledo, Fidel Cortijo, Rafa Verdía, Luis Villaverde, Diego Lazo, Xavi Martí, Dagoberto Moll, Juan Carlos Carrera, Carlos Vázquez, Pancho Amado, Alberto Galmán, Carlos Marcos, Rafa Comí, Marcos Mosteiro y Carlos Parga acudieron a la llamada. Solo faltaron Pablo Cobián, Tito Argüeso, Chicho Ces y Javier Lago. Le entregaron una camiseta firmada al capitán. "Podía haber sido un jugador que marcara una época, pero no podía entrenar porque tenía que trabajar. Pero... ¡qué clase tenía!", recuerdan cuando Abeledo no está delante. La desaparición del Deportivo en 1979 dejó el camino libre al Liceo en el año de su ascenso. Dos después, la recaudación de taquilla de sus partidos superaba a la del fútbol. Ahora las cosas han cambiado, y mucho. La historia, cíclica, apunta de nuevo al Deportivo.