Ni siquiera Ángel María Villar es eterno. El presidente de la Federación Española de Fútbol está a punto de cerrar de la peor manera posible un ciclo que ha sido demasiado largo. El tótem del fútbol español y su hijo Gorka fueron detenidos el martes acusados de desviar fondos de los partidos de la selección española para enriquecerse ilícitamente.

Y es que treinta son demasiados años hasta para ser presidente de una comunidad de vecinos. Ser el líder supremo de un deporte como el fútbol y disponer de la mejor selección española de la historia durante tanto tiempo es una tentación demasiado grande. Llega un momento en el que el poder es tan inmenso que puedes llegar a pensar que todo te está permitido. Que el cortijo es tuyo.

Villar se aseguró el control de la Federación estableciendo un sistema de lealtades inquebrantables. Unas lealtades que le están respondiendo también ahora, cuando vive su momento más bajo. Los presidentes de varias federaciones territoriales o han salido en su defensa o directamente están implicados en este escándalo de corrupción, en el que también se investiga a Villar por utilizar dinero de la Federación para comprar votos de cara a su reelección.

Un buen ejemplo de esta fe ciega en Villar es el presidente de la asturiana, Maximino Martínez: "Confío en Villar, creo que es inocente", dijo nada más conocer lo sucedido. Y es que Villar, ahora caído, también ha sabido ejercer el papel de padre protector para el fútbol de abajo, el de la cantera, el de la Tercera División; el hombre que ponía un freno a las ambiciones de la Liga de Fútbol Profesional, su gran enemigo.

Hasta Vicente del Bosque, el seleccionador que dio a España su único Mundial, salió a defender no al presidente de una Federación que está en entredicho si no a un "amigo": "Tengo muy buena relación con el presidente y quiero lo mejor para él y para el fútbol español, igual que lo quiere él, sin ninguna duda", señaló.

Pero son demasiadas cosas ya las que salpican a Villar, que además era vicepresidente de una FIFA que tampoco es precisamente una institución que brille por su trasparencia. A Villar se le investiga por el supuesto desvío de dinero para construir campos de fútbol, de hierba artificial principalmente, la rescisión del contrato con Santa Mónica o la compra de inmuebles con créditos que podrían no haber sido devueltos.

El ocaso de Ángel María Villar abre un nuevo tiempo en el mundo del fútbol. La caída de este exfutbolista, nacido en Bilbao hace 67 años, es también el triunfo de sus enemigos. Y el más reconocido de todos ellos es Javier Tebas, el presidente de la Liga de Fútbol Profesional. Tebas, que había impulsado sin éxito candidaturas alternativas para echar a Villar, no ha tardado en salir a sacar pecho: "El problema que hemos tenido en el mundo del fútbol es que han faltado normas de transparencia y de gobernanza muy importantes. Ya ha pasado en la FIFA y en la UEFA. En la Liga sí tenemos estas normas y estos problemas no ocurren".

Falta por saber si el fútbol aprenderá la lección y si la Federación pondrá un límite a los mandatos de sus presidentes.