La piscina afronta en el Mundial de Budapest un relevo generacional tras el vacío de poder dejado por la retirada, parece que definitiva, de Michael Phelps, que mandaba con mano de hierro desde 2003. Pero el estadounidense ya tiene sucesora. Su compatriota Katie Ledecky está llamada a ser la nueva reina. El protagonismo se lo repartirán entre ella, la local Katinka Hosszu, que una vez más se dará un maratón de pruebas, y la sueca Sarah Sjostrom. Las tres son serias candidatas a cuatro oros y los relevos pueden decantar la balanza en favor de la americana. Será también el momento de la eclosión de las nuevas estrellas, las destinadas a brillar dentro de tres años en Tokio 2020. Tiempo de nuevos valores y de que los de siempre se resistan al cambio. Tiempo de espectáculo.

La sombra de Phelps es alargada. Porque Ledecky ya brillaba a su lado. Sus carreras son parecidas y las comparaciones, aunque odiosas, son obligadas. El de Baltimore, con 20 años, sumaba 6 oros olímpicos y nueve mundiales. Ledecky se queda en 5 y 9 respectivamente, pero lleva reinando desde que en Londres 2012 sorprendiera con su medalla de oro en 800 metros cuando era todavía una adolescente. Cinco años después, solo acaba de alcanzar la veintena y ya lo ha ganado todo. Tanto que empieza a probarse en otras disciplinas y distancias, como los 400 estilos, si bien en Budapest apostará por lo de siempre: 200, 400, 800, 1.500 y los dos relevos. No parece tener rival. En el doble hectómetro la renuncia de la sueca Sarah Sjostrom la deja más cerca del oro, aunque tendrá que lidiar con la italiana Federica Pellegrini, que por más que pasen los años sigue siendo siempre una candidata. En el medio fondo y en el fondo la lucha ya será contra sí misma y su línea del récord del mundo.

Katinka Hosszu también es favorita en todo lo que nada, y es mucho. Su dominio en las pruebas de estilos es incuestionable y todo lo que no fuera un oro será una sorpresa. Es la campeona olímpica de 200 y 400, además de 100 espalda. En Budapest amplía el reto a 200 espalda, en la que también tiene el mejor tiempo de todas las participantes, 200 mariposa y 200 libres. Lo polémica siempre rodea a la húngara, inseparable de su marido y entrenador, Shane Tusup, cuya relación ha levantado ampollas y preguntas sobre sus métodos y exigencias. Incluso denuncias veladas de dopaje. Iron Lady no se deja intimidar ni distraer. Va a lo suyo que es ganar medallas. Y en casa, ante su público, tiene energía extra.

Para la velocidad, también hay una reina indiscutible: Sarah Sjostrom. La sueca renunció a los 200 libres para aspirar a todo en las pruebas cortas de crol y mariposa, amenazando los récords del mundo de todas ellas. También hay que estar atentos al regreso de la rusa Yuliya Efimova, polémica por su sanción por dopaje, o a la canadiense Penny Oliaksek. Y a la explosión de las jóvenes nadadores asiáticas.

En la categoría masculina, el liderazgo estará más repartido. La especialidad es cada día mayor y ya no hay un gran dominador capaz de nadar diferentes estilos y distancias. El británico Adam Peaty es una de esos nuevos valores. Aspira al doblete en 50 y 100 braza. En mariposa, el sudafricano Chad le Clos, en estilos en japonés Kosuke Hagino, el duelo en el fondo del italiano Gregorio Paltrinieri con el polémico chino Sun Yang, la longevidad de Laszlo Cseh, las incógnitas del equipo australiano y el ruso... Budapest tiene mucho que ofrecer.