El británico Chris Froome (Sky) se proclamó por cuarta vez en París rey del Tour de Francia, consolidando una era de dominio que le sitúa a una sola victoria de los legendarios Anquetil, Merckx, Hinault e Indurain, que destacan en el palmarés con cinco coronas.

Froome, de 32 años, entró en la meta de los Campos Elíseos luciendo por tercera vez consecutiva el maillot amarillo de campeón, al final de una etapa festiva, de homenaje, disputada entre Mongeron y París con un recorrido de 103 kilómetros, a cuya fiesta se apuntó el holandés Dylan Groenewegen (Lotto Jumbo), quien estrenó su cuenta en el Tour.

Un desenlace al esprint para poner colofón a la 104 edición del Tour, con la irrupción de un joven holandés de 24 años que apunta al futuro como gran velocista. Se impuso por delante del alemán André Greipel (Lotto Soudal) y el noruego Boasson Hagen (Dimension).

El líder del Sky, recibido en meta por su mujer, Michele, y su hijo, Killian, volvió al escalón más alto del podio para recibir los honores y escuchar el himno de su país, escoltado por el colombiano Rigoberto Urán (Cannondale) y el francés Romain Bardet (Ag2r), segundo y tercero, respectivamente. Rigo, ya treintañero, toma el relevo de su compatriota Nairo Quintana, dos veces segundo en el Tour.

Bardet, de 26 años, ocupó su lugar con la rabia del hundimiento en la crono de Marsella, pero aliviado porque no fue desalojado del podio por el español Mikel Landa por menos de un segundo.

Un cuarto puesto para el español que le supo a poco, pero que debe servirle de aprendizaje para volver con galones de comandante en jefe y demostrar el ciclismo que lleva en las piernas.

Gloria para Froome, que ya tiene cuatro títulos en el Tour. Hasta ahora estuvo acompañado por el belga Philippe Thijs, el francés Louison Bobet y el estadounidense Greg LeMond en el grupo de ciclistas con tres coronas.

A partir de ahora, tiene una motivación especial para 2018: unirse al grupo de los Cuatro magníficos de la historia del Tour.

Un remate brillante al final de un Tour igualado hasta límites de récord, pero esta vez sin la contundencia propia de un líder. Chris Froome se marchó sin triunfos de etapa y con el recuerdo de momentos de agonía, como en la llegada a Peyragudes.

En las cronos logró una cosecha de segundos que resultaron decisivos. Un triunfo estudiado, con el soporte de un gran equipo, y planificado para marcar diferencias en los momentos concretos, lejos de recursos anteriores de avasallar en montaña a las primeras de cambio.

Un Tour poco amable para el ciclismo español, que deja la edición de 2017 sin triunfos de etapa, salvado por la incertidumbre de Landa y el podio. El ciclista vasco, que realizó auténticos alardes de fuerza y calidad al servicio de Froome, ha tomado el mando del ciclismo español, y desde ya es favorito en las grandes carreras.

Dentro de los diez primeros se clasificó Alberto Contador (Trek), más dependiente de sus típicas hazañas que de sus fuerzas reales. A los 34 años, el único español que ha ganado las tres grandes ve de lejos los mejores momentos de su carrera. Eso sí, sigue contando con la aclamación de público. Carisma de campeón.

Para el recuerdo queda el nefasto comienzo de Tour con las retiradas y lesiones graves de Alejandro Valverde y Jon Izagirre en la crono inicial de Düsseldorf. Un comienzo de racha negativa para el Movistar, cuyo líder, Nairo Quintana, naufragó en el intento del ambicioso doblete Giro-Tour,