Era el momento de jugársela, de dar un golpe sobre la mesa. De mostrar al mundo y de mostrarse a sí mismos que su puesto en la Fórmula 1 no es el de simples comparsas. Habían dejado McLaren y Fernando Alonso pasar la oportunidad de Mónaco para apostar en la ruleta de las 500 Millas de Indianápolis y Hungría les abría ayer las puertas a la, posiblemente, última oportunidad de la temporada, o penúltima si confiamos en Singapur, de hacer algo importante. Y vaya si la aprovecharon.

Ya no se trataba de medirse con los Mercedes, los Ferrari o los Red Bull, que compiten en otra liga, pero sí de demostrar, al menos, que en un circuito corto y ratonero como el de Hungaroring McLaren tiene un chasis realmente competitivo, tan bueno como el que más, y que Fernando Alonso se merece por méritos propios tener un coche con el que luchar por una nueva corona mundial. Alonso, que salía séptimo en la parrilla, finalizó sexto aprovechando que Ricciardo (Red Bull) fue eliminado de la carrera por su compañero Verstappen, y después de protagonizar un interesante pulso con el madrileño Carlos Sainz, al que logró superar después de sufrir un "empujón" del piloto de Toro Rosso que le llevó por fuera de la pista.

Y, además, se permitió el lujazo de regalarse al día siguiente de su 36.º cumpleaños una penúltima vuelta, la 69, realmente estratosférica, la más rápida en carrera con un tiempo de 1.20.182, tres décimas por debajo de los mejores giros de Raikkonen y Verstappen, seis que los de Vettel y Hamilton. La 23.ª vuelta rápida en el palmarés del piloto ovetense, que contando la de ayer ha puntuado ya en doce ocasiones en el circuito magiar, las ocho últimas de manera consecutiva y donde en 2003 lograba la primera de sus 32 victorias.

McLaren evidenció en Budapest que cuenta con dos de los tres ingredientes necesarios para luchar por el titulo: un buen chasis y un magnífico piloto. Le falta la tercera pata: el propulsor. Y en ello tienen ahora empeñado el futuro. Y para redondear el buen día de la escudería británica el belga Vandoorne finalizaba décimo para sumar su primer punto de la temporada y el segundo de su carrera tras el conseguido el pasado año en Bahrein. Nueve puntos ayer en Hungaroring (ocho de Alonso, uno de Vandoorne) que unidos a los dos conseguidos por el asturiano en Azerbaiyán permiten a la escudería de Woking dejar el farorillo rojo de la tabla de constructores al superar a Sauber.

Hungaroring, por lo demás, nos dejó una magnífica carrera en la que Ferrari hizo buenos los pronósticos y conseguía su segundo doblete de la temporada tras el de Mónaco. Ganó Vettel por delante de Raikkonen, pero fue Kimi el gran protagonista de la jornada, porque con muchísimo mejor ritmo que el de su compañero supo ceñirse a las órdenes de equipo para frenar a los Mercedes y permitir la victoria del alemán. Asumió su rol Raikkonen en el equipo Ferrari como Bottas supo cumplir con lo ordenado desde el muro de Mercedes al dejar pasar a Hamilton para que intentara dar caza a los Ferrari, aunque el inglés, caballeroso, se comprometió a devolver la posición a su compañero si no conseguía su objetivo. No pudo Hamilton con el ayer imperial Raikkonen y en la última vuelta puso su flecha de plata en modo tortuga para dejarse superar por su compañero en la recta de meta. Bottas y Raikonen ejercieron ayer de fieles y grandes escuderos para sus líderes, ganándose a buen seguro un inminente anuncio de renovación por parte de sus patronos. No deja de resultar curioso que el día en que Alonso firmaba su mejor carrera de la temporada podían de golpe cerrársele dos importantes puertas. Con esa victoria y la cuarta plaza de Hamilton aumenta Vettel a 14 puntos su ventaja al frente de la general sobre el piloto británico cuando el "Circo" se toma sus vacaciones de verano. Con once carreras disputadas de las veinte programadas, la actividad no volverá hasta el 27 de agosto en el circuito belga de Spa, en el que los Mercedes, como a la siguiente semana en Monza, tendrán la oportunidad de cobrarse la revancha sobre los Ferrari evidenciando la superioridad de sus propulsores. Unas semanas de reposo en las que McLaren y Alonso deberán dar vueltas a su futuro en común o por separado. En Woking tienen chasis y piloto, necesitan encontrar un motor que les empuje y no les hunda.

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