Cara y cruz para el tenis español con el veterano Rafa Nadal, cabeza de serie número uno, clasificado a lo grande para la final del Abierto de Estados Unidos para enfrentarse al surafricano Kevin Anderson, que acabó con el sueño de Pablo Carreño.

Las ausencias de Murray y Djokovic restaron competitividad al cuadro final. Pero eso no le resta méritos al excelente momento de juego por el que atraviesa Nadal ni a la lucha permanente de Anderson, que a sus 31 años, consigue el sueño de disputar su primera final de un Grand Slam.

Aunque para lograrlo tuviese que eliminar a Carreño, el joven gijonés de 26 años que también hizo historia personal al llegar por primera vez a una semifinal del Abierto de Estados Unidos y de un torneo de Grand Slam, lo que le garantiza que a partir del próximo lunes estará más cerca del top ten.

Pero la gran estrella y triunfador de la noche fue Nadal que logró su objetivo de jugar su cuarta final del Abierto de Estados Unidos en Flushing Meadows y buscar su tercer título de campeón -lo ganó en el 2010 y 2013-, después de dejar en el camino nada menos que al argentino Juan Martín Del Potro.

Le derrotó por 4-6, 6-0, 6-3 y 6-2 en dos horas y 30 minutos de acción con su mejor tenis, tanto en estrategia, golpes plenos de seguridad y magia, y sobre todo de un dominio completo en cada una de las facetas del juego al que Del Potro, su verdugo en la semifinal del 2009, no tuvo respuesta a partir del segundo set.

Esta vez también el poder físico estuvo del lado de Nadal, que se aprovechó de haber llegado al duelo con el tenista de Tandil sin tanto desgaste como su rival, que cuando pudo competir al máximo en la primera manga la ganó.

El campeón de Roland Garros, nada más concluir el primer set se dio cuenta que a pesar que había jugado un gran tenis lo había perdido por lo que tenía que cambiar la estrategia y no era otra que mover mucho más a Del Potro con sus golpes desde el fondo de la pista, sin además cometer errores no forzados, acabó el partido con 20 por 40 de su rival.

Eso fue lo que sucedió y ahí comenzó la exhibición y la marcha triunfal hacia la vigésima tercera final de Grand Slam en busca de su decimosexto título de Grand Slam. Una marca que lo dejaría solo en la segunda posición de la lista de campeones de todos los tiempos.