Un extraordinario Leo Messi, autor de dos goles y colaborador en otro, fue el factor desequilibrante en el Barça-Juventus, ya que en el estreno europeo del equipo azulgrana firmó una soberbia actuación, seguramente en el mejor partido desde que Ernesto Valverde dirige al conjunto barcelonés.

Los barcelonistas sufrieron en el primer tiempo, pero todo cambió tras el gol de Messi al límite del descanso. En la segunda mitad, el Barça ofreció sus mejores momentos, comandados por Messi y con Iniesta, Rakitic y Busquets liderando el juego.

Pese al 3-0, el partido no fue fácil para el equipo catalán, y aunque el Barça estaba avisado de que en el juego del gato y del ratón saldría perdiendo, como se demostró en los cuartos de final de la pasada Champions, los azulgrana parecía que no habían aprendido la lección en el primer tiempo.

De salida, el equipo de Massimiliano Allegri llevó el partido a su terreno. Cedió espacios y buscó la velocidad terminal de Douglas Costa y de Dybala a la contra. A los azulgranas les costaba crear, no filtraban pases y la zaga juventina no sufría en exceso.

A los de Valverde les faltaba velocidad de ejecución. Más allá de alguna jugada al espacio de Dembélé, en su primera titularidad, o de Semedo por la derecha, de algún desborde de Messi o de Iniesta, a los azulgranas se les veía con pocos recursos y cada vez que tenían que sacar el balón jugado desde atrás, lo hacían con muchas dificultades.

Bentancurt, Pjanic y Matuidi asfixiaban la medular azulgrana y las primeras aproximaciones fueron sobre el área de Ter Stegen. Si el Barça no veía resquicios para llegar a la frontal del área rival, el Juventus se aproximaba con facilidad, aunque sin mucho peligro.

Pero en la recta final del primer tiempo, prácticamente en la última acción, el Barça le pagó a los turineses con la misma moneda que habían utilizado los de Allegri hasta entonces. En una recuperación, Messi combinó con Dembélé, condujo desde el centro del campo, hizo la pared con Suárez y desde la frontal del área grande cruzó el balón ante la mirada de Buffon (1-0).

Si en el primer tiempo el Barça no encontraba los atajos, con la ventaja en el marcador, los azulgranas fueron otra cosa. Dejaron que los jugadores del equipo italiano llevaran la iniciativa y se refugiaron un poco más en su campo, buscando jugadas en transición.

El carácter desequilibrante de Messi fue decisivo, intervino en el 2-0, obra de Rakitic, estrelló el balón en un poste de la meta de Buffon tras el lanzamiento de una falta y en el 69, el argentino, en una jugada colectiva, marcó el 3-0.