"¿Es muy importante para ti la natación?", le preguntó el médico cuando acudió a él hace unos meses con una lesión en el hombro. "Doctor, si me quita de nadar, ¿qué va a ser de mí? ¡A ver qué hago!", le contestó José Leal. Este coruñés de 75 años se volvió adicto al agua cuando hace poco más de una década las rodillas le dijeron basta de tanto correr. "Hacía 20 kilómetros tres veces a la semana", apunta. Como no entiende la vida sin deporte, le dieron tres alternativas: andar, bicicleta o piscina. Y como era socio del Club del Mar decidió probar qué tal le iba entre corcheras. El primer día le costó hacer un largo. "Casi me ahogo por la mitad, pero llegué al final e hice otro, dos en total", recuerda. Diez años después y mucho esfuerzo y perseverancia de por medio, se pasa tres horas diarias a remojo para completar, mínimo, tres kilómetros (120 largos). "Voy lento, a mi ritmo", aclara. Pero acumula un título tras otro. El sábado se proclamó en San Amaro campeón gallego de aguas abiertasSan Amaro de más de 75 años. Y prácticamente en cada travesía en la que participa se lleva el premio al más veterano. Ya suma 13 medallas y 29 trofeos.

Es más, se llevó el primero en su debut. "Empecé a ir a travesías a los 64 años. Fue en Ares, era de 1.000 metros. Terminé, me sequé un poco y comenzó la entrega de premios. Mi mujer me dijo que me acercara, que igual había algo para mí. Pero a mí me parecía que no era el más veterano, creía que muchos eran mayores que yo, siempre me pasa", bromea. "Cuál fue mi sorpresa cuando me llamaron para recoger el trofeo", añade. A partir de ahí, faltó a pocas citas en aguas abiertas, incluso compitió en los cinco kilómetros entre San Amaro y la Dársena de la prueba A Coruña 10.000 del año pasado A Coruña 10.000. "Estaba muy fuerte, en un gran estado de forma. Llegué a hacer 240 largos seguidos para entrenar", dice. Y en el mar, ida y vuelta desde el Matadero hasta el Milenium, una práctica que tuvo que abandonar por su mujer. "Se ponía muy nerviosa".

Además se apuntó al equipo máster del Club del Mar para las competiciones en piscina. "Cuando hicieron el equipo tenían poca gente y como me veían siempre dos y tres horas en la piscina, me pidieron que fuera con ellos. Yo les decía que era muy lento, que mejor que no. Pero me convencieron", confiesa. También bajo techo fue un llegar y ganar y en su primer Campeonato Gallego consiguió dos platas y un bronce a nivel individual, además de otra plata y bronce en los relevos. Este año elevó el listón a dos oros y una plata y le da las gracias al equipo por hacerle sentir como uno más: "Estoy contentísimo porque en el Club del Mar hay gente maravillosa que hace mucho por el deporte. Me cuidan de una manera en las competiciones...". Le llaman "señor José" y le piden que tenga "cuidado con las escaleras". "¡Incluso Javier me lleva la mochila!", dice entre risas.

Ahora una lesión en el hombro amenaza su progresión. Primero, la salud. "Dos neumonías seguidas me tuvieron parado casi todo el invierno". Y cuando pudo volver, le empezó a dar la lata el hombro y le diagnosticaron una tendinitis en el supraespinoso. De hecho, la travesía del sábado del Campeonato Gallego la terminó con un solo brazo en los últimos 400 metros. Un enorme contratiempo. Pero a grandes males, mejores soluciones. Ha desarrollado una plan para minimizar el dolor. Hace 500 repeticiones con una mancuerna para fortalecer el brazo bueno. Y cambió su técnica de nado. "En vez de sacar el brazo hacia arriba, lo saco hacia un lado, como si estuviera abriendo una puerta", explica.

Y es que no concibe la vida sin deporte. Se aficionó en la adolescencia, con su amigo Juan Ben, campeón de Ferrol de atletismo, disciplina que fue su primer amor, pero también el causante de sus primeras lesiones, con dos prótesis en la rodilla que le obligaron a dar el cambio a la natación. Además de los entrenamientos en la piscina, hace ejercicio en casa, con bicicleta y abdominales. Es su gran secreto. "Hace unos años era un glotón comiendo, pero cuando me jubilé dije que eso no podía seguir así. Me corto con la comida y hago mucho ejercicio. Eso es imprescindible", desvela. Tiene 75 años, pero ni su cabeza ni su cuerpo se lo creen. "Porque sé que los tengo que si no...", bromea. Hasta que el cuerpo resista, seguirá. Con ochenta, noventa o cien. Aunque de momento a lo que más tiene miedo es a la cita de final de mes con el traumatólogo. "¡Qué diga lo que quiera, pero yo no voy a parar!".