Un decepcionante empate sin goles con el Qarabag disparó las dudas del Atlético de Madrid en la Liga de Campeones, incapaz de doblegar a un rival menor en Europa, con sólo dos puntos en tres jornadas y con la clasificación para los octavos de final más que comprometida.

Todo dentro de su frustrante partido en Baku, en el que le faltó pegada en ciertos momentos, pero en el que, en líneas generales, completó un encuentro horrible, muy por debajo del nivel que tiene el conjunto rojiblanco, incluso contra diez desde el minuto 74.

El Atlético funcionó al ralentí. Quizá condicionado por la presión, quizá porque el equipo no está tan bien como recalca su técnico, Diego Simeone, o quizá porque cada encuentro tiene más dificultades de las aparentes, sus altibajos fueron evidentes, también sus imprecisiones, demasiadas para este bloque.