El Liceo ya está avisado. No hay nada mejor que echar la vista atrás y analizar los errores cometidos para intentar mejorar. La visita al Corredor-Mató Palafrugell enciende algunas alarmas. La memoria se traslada inevitablemente a la temporada pasada, cuando dos inesperados tropiezos en las pistas de dos teóricos rivales pequeños, Girona y Caldes, lastraron desde el inicio las aspiraciones coruñesas. Tras dos jornadas de este curso, solo tres equipos se mantienen invictos. Esperado lo del Barcelona. Sufrido por parte del Liceo, que tuvo que sudar para imponerse a domicilio al Noia. Y sorpresa de un Girona que ha empezado fuerte.

Para seguir en esta línea, el conjunto que dirige Juan Copa no puede confiarse. Aún están recientes los ejemplos del Girona y del Caldes. La campaña 2016-17 la abrieron precisamente en Girona, después de haber ganado contra pronóstico la Supercopa de España. Pero la euforia dio paso a la decepción de una derrota en la pista de un equipo recién ascendido y que le sorprendió al ganar por 6-4. Cuatro jornadas después, cuando el Liceo había conseguido reconducir el rumbo con tres contundentes victorias, nuevo descalabro en la visita al Caldes (5-3). Sin haberse llegado ni siquiera al ecuador de la primera vuelta de la competición, una rémora de seis puntos con respeto al Barça se hizo cuesta arriba.

Está claro que ganar fuera de casa está cada vez más caro. En las pistas catalanas no regalan nada. No es fácil en el caso de las más pequeñas, con ambiente y el público muy cerca de los jugadores. Mucha presión. El Palafruguell, que arrancó la competición con una victoria ante el Caldes (3-2) y después cayó derrotado con claridad ante el Barcelona (7-1), intentará beneficiarse de ello, pero el Liceo también llega muy fuerte. Su triunfo inicial a domicilio frente al Noia se revaloriza después de que el equipo del cava venciera esta semana al Reus en un encuentro aplazado; y ante el Asturhockey, hace siete días, los verdiblancos exhibieron todo su músculo ofensivo. Otro aviso para tomar nota.