Un testarazo de Bacca, el 1-1 a diez minutos del final para el Villarreal, frustró de nuevo al Atlético de Madrid, frenado otra vez por su falta de gol y merecedor de más por ocasiones y ambición, pero replegado y empatado cuando se sintió más cerca del triunfo.

Porque la diferencia entre los tres puntos y el punto que sumó finalmente fue de eficacia en ataque, la que aún rebusca sin éxito el Atlético en sus últimos encuentros y la que sí tuvo su rival en el único tramo.

Una victoria en sus últimos siete partidos oficiales han mermado de confianza al Atlético. Se nota en sus encuentros más recientes, sin seguridad ni determinación. Cada jugada que le funciona le rearma, como si necesitara de una reafirmación constante para convencerse de su capacidad real.