El partido que ganó el Madrid a Las Palmas (3-0) dejó momentos contradictorios sobre jugadores que no se encuentran en su mejor momento y que son tratados con diferente rasero por el público del estadio Santiago Bernabéu. En medio de la felicidad de nombres como Isco Alarcón o Marco Asensio, ambos aclamados, sobre todo el segundo por el golazo que marcó al cuadro canario, apareció la tristeza de dos figuras claves en el esquema de Zinedine Zidane: Cristiano Ronaldo y Karim Benzema.

Tanto el portugués como el francés se encuentran en un mal momento. Sobre todo en Liga, donde los delanteros del Madrid suman sólo un gol cada uno después de once jornadas disputadas. Es cierto que se perdieron un tramo del curso por sanción y por lesión, respectivamente, pero aun así, sus números son pobres.

Cristiano los disfraza con sus buenas actuaciones en la Liga de Campeones, competición de la que es máximo goleador con seis tantos tras marcar dos al Hapoel, al Dortmund y al Tottenham. Además, antes de ser sancionado cinco partidos, hizo otro al Barcelona en la ida de la Supercopa de España. Sus ocho dianas tal vez definan la diferencia de trato que tiene el Bernabéu con ambos. Mientras que a Cristiano se le perdonó todo ante Las Palmas e incluso recibió los ánimos de su hinchada cuando falló una ocasión en la segunda parte, con Benzema la línea de la paciencia es fina.

El francés fue pitado por el sector más crítico del Bernabéu. Después de fallar en el cuarto minuto un mano a mano ante el portero Raúl Lizoain, tuvo otra clara ocasión con un cabezazo que no acertó a rematar. Entonces, una parte del público que mira con lupa cada acción del galo, inició los silbidos. Después, los goles de Casemiro, Isco y Asensio parecieron calmar los ánimos, pero a falta de quince minutos fue sustituido por Lucas Vázquez para comprobar que en el Bernabéu hay división de opiniones sobre su figura, aplaudida y pitada a la vez cuando se marchó del campo.

Durante los 75 minutos que estuvo sobre el césped, se dedicó a jugar y a interiorizar sus fallos. No se enfadó con nadie, tal vez con él mismo. Benzema no suele gesticular ni echar las culpas a sus compañeros. Todo lo contrario que el aclamado Cristiano, que desde el minuto uno parecía ansioso y peleado con el mundo.

Celebración apagada

Comenzó agitando los brazos a Toni Kroos de forma ostensible tras un pase fallido del alemán al inicio y terminó con una celebración apagada en el gol de Isco que él mismo sirvió a su compañero. Mientras sus compañeros mostraban su alegría por el tercer tanto, él vivía apagado la alegría del tanto en la banda derecha, desde donde dio la asistencia al jugador malagueño.

Parece que vive en un estado de necesidad excesiva. Su falta de gol en la Liga no calma la ansiedad de Cristiano por marcar. Y, contra Las Palmas, tuvo varias ocasiones, hasta cuatro, y alguna de ellas clara. Incluso llegó a ver en los penaltis una solución. Cada posible pena máxima, la pedía con la esperanza de disponer de un disparo desde los once metros.