En un lado, Jaume Llaverola. En el otro, Xavi Malián. Maestro y pupilo mano a mano. Y el alumno que, de nuevo, acaba superando al profesor. El Liceo-Girona lo protagonizaron los dos porteros. El verdiblanco dejó sus dominios a cero. Poco trabajo, pero intenso. Paró con el pie un vaselina en una de esas acciones que se quedan grabadas en las retinas de los más estetas. Sacó manos inverosímiles. Demostró, también una vez más, por qué es el campeón del mundo y uno de los mejores en su puesto. Pero el que defendió la portería del conjunto catalán no se quedó atrás. El veterano, de 42 años, se tuvo que emplear a fondo porque por momentos los jugadores del equipo coruñés acribillaron su meta.

Para misil, el de Marc Coy. Una cuchara con la potencia marca de la casa, que tanto se echaban en falta y que mandó a la escuadra, de esas que hace ruido por dentro. Fue el único ayer capaz de marcar y cuyo gol desequilibró la balanza y permitió al equipo que dirige Juan Copa recortar los tres puntos de ventaja que le llevaba el Barcelona. Gallegos y culés vuelven a estar empatados en lo alto de la clasificación. 21 puntos. 24 a su favor en el golaverage global. Pero el Barça por delante merced a su victoria de la semana pasada en el Palau (3-1) frente a los liceístas.

La igualdad entre los dos es máxima. Como equiparado fue el duelo entre el Liceo y el Girona, que demostró por qué es uno de los mejores equipos de la primera parte de la competición. Los locales dominaron y tuvieron más ocasiones. Pero las de los catalanes, la mayoría a la contra, fueron incluso más peligrosas. Avisó nada más abrirse el partido. Robo y contra. Pero también Malián advirtió desde el inicio que iba ser muy difícil pillarle desprevenido.

El que más se acercó al gol fue David Torres. La tuvo y una y otra vez en el segundo palo. Pudo marcar en un remate de acróbata, también a un pase de Eduard Lamas y en otro de César Carballeira. En estas dos ocasiones no llegó a conectar con la bola por escasos centímetros. El Girona esperaba rezagado, pero cuando salía de su escondrijo, el susto era unánime. Raúl Pelícano siempre es un peligro, aunque ayer también fue esencial en la defensa de su equipo. Malián salvaba de los sustos.

La siguiente oportunidad llegó a bola parada. La azul a Marc Palazón puso a Eduard Lamas ante el punto de falta directa. El coruñés consiguió mover a Llaverola y cuando lo tenía ya batido, palo. El Liceo prolongó su mala racha en la bola parada. Se dio paso a dos minutos en superioridad que fueron un acoso y derribo. Con disparos lejanos, como los de Sergi Miras, Marc Coy y el de César Carballeira, que también fue al palo. Y de jugada. Se insistió mucho en el pase interior. Carlo asistió a Coy, que tampoco pudo batir al inspiradísimo Llaverola. Con uno menos el Girona pudo adelantarse en una contra. Pelícano intentó sorprender por alto a Malián, pero este levantó la pierna al cielo.

A los cinco minutos de la reanudación el Liceo cometió su décima falta. Difícil papeleta porque un gol del Girona provocaría que los catalanes se cerrasen todavía más en defensa. Malián, como había hecho durante todo el partido, solventó la papeleta ante Raúl Pelícano. Una parada que provocó la reacción de Sergi Miras, que pidió, enrabietado, el apoyo del público. Estaba costando más de lo esperado. Y tampoco pudo ser en la siguiente ocasión a bola parada. Carlo di Benedetto desaprovechó su directa tras la décima infracción de los jugadores gerundenses. Cuando se entraba en la recta final del partido, Marc Coy desenfundó el rifle. Potencia y colocación en un disparo imposible de detener. El Liceo quería más. Necesitaba otro gol para ponerse primero. David Torres fue el que más insistió, como había hecho en el inicio del encuentro. El palo se interpuso en su camino. La tensión se prolongó hasta la bocina. Pero tres puntos de líder.