Era un partido clave porque podía decidir si la lucha sería de dos o de tres. Y el Liceo decidió que, de momento, siga el mano a mano con el Barcelona -que también ganó, en su caso por 6-1 al Alcoy- y con el Reus ya medio descartado, a seis puntos de los líderes tras perder ayer en el Palacio de los Deportes de Riazor. Porque el conjunto dirigido por Juan Copa dominó, definió, por fin aprovechó la bola parada y solo le faltó cerrar el duelo cuando tuvo ocasión, con el claro 3-0 en el marcador y prácticamente sin oposición sobre la pista. No hacerlo le costó un susto final, pues el Reus es uno de esos equipos que se excita cuando huele sangre y va a por todas. Sobre todo su delantero Raúl Marín. Con muy poco se inventó el 3-1 y en el último minuto ejecutó con maestría una directa para el 3-2 que puso el suspense hasta la bocina.

Al Liceo le había costado hacer gol en sus últimos tres compromisos. Solo uno en cada uno de ellos. Y no parece ser un tema de ansiedad. Ante el Reus los verdiblancos demostraron, ante todo, jugar con mucha inteligencia. El conjunto rijinegro es letal en ataque y un auténtico tormento en las contras con jugadores como Marc Torra y Raúl Marín. Por eso tiró de paciencia. Ante todo, no había que precipitarse y perder la bola en zonas peligrosas. Por eso el ritmo, de inicio, fue pausado, casi impropio de los dos equipos que más goles marchan de la liga. Malián casi no tenía trabajo. Ballart hizo un par de intervenciones de mérito.

Los que mejor se mueven en estas circunstancias son los más listos. Y David Torres lo aprovechó para ser el que más y mejores ocasiones tenía. Casi marca el gol de la jornada tras una gran jugada personal y no menos bello remate final, que le salió demasiado cruzado. El coruñés sí que se lució minutos después. En una contra rapidísima, Eduard Lamas asistió a su compañero que con un gran movimiento desbordó a Ballart y marcó el primero. En un partido de estas características, anotar primero es fundamental así que los locales ya tenían parte del trabajo hecho. Ponerse por delante. Obligar al Reus a arriesgar y aguantar con buena defensa y las paradas de Malián.

Los verdiblancos, con una rotación más que los visitantes, tenían bien dominado el duelo, pero solo había algo que no les dejaba respirar con tranquilidad. Se iban cargando de faltas -nueve al término del primer tiempo- y delante estaba un equipo con grandes especialistas a bola parada. Por eso necesitaban un gol más. Los ocasiones eran suyas. Juan Copa varió un poco el sistema por momentos, con tres cañoneros natos como Coy, Eduard y Carballeira, y Carlo anclado en el área. Se entendieron bien y rozaron el segundo, primero Carballeira en una jugada individual y después sorprendiendo ya que fue el francés el que asistió a Coy, que conectó un lanzamiento demasiado alto en el segundo palo. Al descanso se llegó con la mejor ocasión para el Reus con una disparo de Álex Rodríguez al poste.

La amenaza de las faltas se hizo efectiva nada más abrirse el segundo acto, de un ritmo mucho más acelerado. Décima del Liceo. Raúl Marín y Xavi Malián cara a cara. Posiblemente, el mejor duelo de especialistas. Uno en tirarlas y el otro en pararlas. Ganó el segundo, que detuvo con el caso el tiro directo del delantero. La bola parada fue esta vez una aliada verdiblanca. Sergi Miras volvió a fallar un penalti, lanzamientos en los que también es un experto. Dio la lección en el rechace. Movió la bola para dejar en el suelo a Ballart. Pero para genialidad la de David Torres en la directa que supuso el tercero. Un auténtico golazo.

Poco duró la alegría. Nada más sacar de centro, Raúl Marín cogió desprevenido al Liceo para marcar el 3-1. Un gol de pillo, del listo de la clase que se aprovecha del desconcierto para reinar. Aunque la ventaja era de dos, los locales ya iban por las 14 faltas. La 15 llegó a cinco del final. Malián, por dos veces, frenó a Álex Rodríguez. El Reus creía en la remontada pero el Liceo tenía bien atado el partido. En el último minuto, no obstante, Miras vio azul, Marín se sacó otra genialidad en la directa para el 3-2 y quedaban 53 segundos por jugar en los que el único susto fue una caída dura de Eduard Lamas.