Hay triunfos que hacen crecer a un club y el que ayer se llevó el Leganés ante el Villarreal (3-1) es uno de ellos, por las consecuencias del mismo y por cómo se logró ante un contrario ya asentado entre los grandes. Una remontada de prestigio para el próximo rival del Deportivo, al que se enfrentará el próximo sábado en Riazor.

A Cédric Bakambu se le vio móvil en la parcela ofensiva, generando inquietud con sus arrancadas. Pero no le resultaba fácil a los visitantes crear peligro, problema que se acrecentó cuando a los treinta y tres minutos el colombiano Bacca tuvo que retirarse del césped por un problema muscular.

Los equipos salieron tras el descanso con más intensidad. Eso permitió al Leganés gozar de varias situaciones a balón parado en los instantes iniciales y a Bakambu disponer de su primera opción importante tras una acción viciada por los rebotes que llegó a sus pies en el interior del área, pero el guardameta desvió con acierto.

Se podía intuir que el tanto llegaría antes o después y así sucedió. Fue en una jugada aislada que comenzó en una acometida del anfitrión. Robaron los castellonenses y el esférico lo recibió Trigueros, que convirtió la nada en un pase de cuarenta metros para la carrera de Raba. Este arrancó en campo propio, evitando el fuera de juego, y superó a Raúl García en la carrera y a Cuéllar en la salida para terminar marcando a placer. La diana parecía oro en un encuentro muy igualado.

Sin embargo hay pocos conjuntos más difíciles de mermar en competitividad que los blanquiazules, poco dados a bajar los brazos y a venirse abajo en los momentos de adversidad. Una vez más, volvieron a demostrarlo. Lo hicieron dando un paso hacia adelante que tuvo merecida recompensa. En una de sus subidas por el ala zurda Diego Rico se hizo con la posesión, levantó la cabeza y sacó un tiro cruzado. Parecía que algún defensa alteraría la trayectoria pero al final este acabó alojándose en las mallas.

No le quedaba más remedio a los de Calleja que volver a buscar la diana si querían llevarse los tres puntos y en lugar de ello se vieron castigados con otra vuelta en el guión tal como sucediera hace unos días. La propició un contragolpe dirigido con temple por Gabriel. El brasileño levantó la cabeza, asistió a El Zhar y este dio un gran ejemplo de sangre fría para quebrar al defensa antes de ajustar a la base del palo.

Aun así la fiesta no había acabado ya que reservaba como epílogo un gol de Gabriel, que remató un pase de la muerte de Amrabat con los amarillos ya volcados. Fue el colofón a una victoria de mérito que permite al Leganés merodear la zona europea y seguir demostrando que aspira a todo pese a tener la permanencia como objetivo.