Las sonrisas de la San Silvestre enganchan. Muchos de los que asisten entre el público se contagian del buen ambiente y se proponen participar en la siguiente. Y quienes lo hacen, repiten. Entre ellos, Inés Papín y José Debén, dos de los asiduos a la carrera, organizada por el Club Rialto y el Ayuntamiento y patrocinada por LA OPINIÓN, con la que cada 31 de diciembre se despide el año con deporte y diversión. Los dos destacan que se trata de una prueba especial y diferente, muy bien organizada, con un ambiente tremendo por lo que el participante se siente arropado en todo momento y un recorrido espectacular, con el colofón de la entrada en María Pita. "Es increíble, allí el corazón te va a mil", destaca Papín. "Pero sobre todo es que, mires a donde mires, solo ves gente sonriendo", añade.

En realidad, ella se perdió la primera, la de 2010, porque no sabía todavía lo que eran las carreras. Seis años después, en la última edición (2016), se clasificó en tercera posición de la prueba. "Empecé en agosto de 2011. Mi hermana Noelia ya corría y me invitó a ir a verla a Santa Cruz. Me dieron envidia y ella que es doña positiva me animó a que probara. Al día siguiente estaba andando y corriendo, solo 3 minutos, por el paseo de la ría de O Burgo. Y en diciembre, ya fui a la San Silvestre", narra la coruñesa, de 48 años, sobre sus comienzos en el atletismo.

Desde entonces, está enganchada junto a sus compañeras del Club Atletismo Sada, donde han conseguido calzar las zapatillas a muchas mujeres, la mayoría por encima de los 40 años y que nunca habían hecho deporte. La fórmula es muy sencilla. La entrenadora Luisa Armesto cazó a los que llevaban a sus hijos a entrenar a las pistas del INEF. En el tiempo que los niños practican atletismo, las madres y los padres también saltan a la pista. "Es fenomenal, llegamos a las seis y media. Mi hijo entrena, yo también y a las ocho volvemos juntos para casa", argumenta Papín, que ensalza los beneficios de correr: "Yo estoy mejor ahora que hace diez años. Cualquier mujer, a cualquier edad, puede empezar".

Papín comparte pasión con la familia -sus hermanas Noelia y Carolina, su marido Eliseo y su hijo- y José Debén, también de 48 años, con sus amigos. Siempre participa con su grupo habitual de entrenamiento y en su caso, para pasárselo bien, divertirse, acabar el año de forma festiva y como más les gusta: corriendo. Por eso nunca falta tampoco el disfraz. "La carrera tiene un carácter lúdico y es una tradición que no queremos perder", afirma y revela que el domingo se convertirán en "unas presidiarias". Debén compagina su trabajo con los entrenamientos, para lo que hace sacrificios. "Hay que quitar tiempo del trabajo, del descanso o de la familia y yo se lo quito al descanso y voy a correr al mediodía", dice. Vale la pena: "La clave es rodearte de un grupo de amigos que tire de ti y en el atletismo me he encontrado con gente muy especial, franca y noble".