Por más que las victorias solo otorguen tres puntos, hay algunas que valen mucho más. La de ayer del Liceo contra el Las Rozas no solo fue un triunfo que le acerca a la permanencia en la OK Liga femenina que hace tan solo dos semanas, tras perder en el último minuto del partido contra el Girona, se veía lejísimos. Fue también un golpe de confianza para un grupo con problemas y que lo necesitaba. Fue la confirmación de que la remontada, si se cree en ella, es posible. La mejor forma de arrancar la segunda vuelta del campeonato, situándose a tan solo cuatro puntos del equipo que marca la salvación.

La importancia de la victoria también lo es por la forma en la que llegó. Primero, porque fue contra un equipo tan complicado como el madrileño, con cuatro jugadoras internacionales en sus filas, la portera chilena Pancha Hidalgo, las italianas Giulia Galeassi y Pamela Lapolla y la estrella francesa Vanessa Daribo. Lo que significa que las verdiblancas tienen que creerse que no son inferiores a ninguna de sus rivales.

Segundo, porque fue la mínima, con el sufrimiento y estrés que implican, sobre todo para una plantilla joven. Ya no solo es que dejara la portería a cero, otra gran noticia. Sino que el Liceo aguantó diez minutos de la primera parte y toda la segunda con el único gol de ventaja que le había dado María Sanjurjo. La goleadora coruñesa, en cada partido la más destacada de su equipo, anotó de penalti, lo que se le estaba resistiendo a lo largo de la temporada. El acierto a bola parada, otro extra que añadir al valor del vital resultado verdiblanco.

Una victoria cambia mucho la perspectiva. Con doce partidos por delante, los cuatro puntos que separan ahora al Liceo de la permanencia en la OK Liga femenina no parecen el mismo abismo que los siete de hace una semana. Ahora habrá que esperar dos más para que se presente la próxima oportunidad de seguir sumando. Será el 17 de febrero en casa frente al Vilanova, equipo al que ya le ganaron en la primera vuelta a domicilio y con el que comparte objetivo.