Dicen que la esgrima combina la belleza de la danza con la estrategia del ajedrez. Y en el caso del coruñés Dylan Fariña, con la potencia del fútbol. Porque el pupilo de la Escuela Galega de Esgrima compagina sus sesiones con el florete en los bajos del Palacio de los Deportes de Riazor con sus carreras por la banda con su equipo, el Ural, que milita en División de Honor cadete. En apariencia, dos disciplinas totalmente diferentes pero que en su caso se mezclan a la perfección y que en él no podrían vivir por separado. Es más, una ayuda la otra. Así que sus semanas se dividen entre el tiempo que dedica a una y el que dedica a la otra, dos días con el arma y tres sobre el campo. A lo que suma competiciones y partidos prácticamente todos los fines de semana. Por ejemplo este mismo viajó a Madrid, donde el sábado disputó el ranking nacional para menores de 17 años -sin mucha suerte, ya que perdió por solo un punto, 15-14, en primera ronda-. Y regresó a tiempo para participar ayer en la victoria de su equipo frente al Bertamiráns (1-3).

"La verdad es que la esgrima y el fútbol no se parecen en nada, pero una me ayuda para la otra y viceversa", asegura el joven, de 15 años, líder del ranking gallego para menores de 17. "En el fútbol es todo contacto físico, hay que tener la sangre caliente y estar siempre activo para aprovechar las oportunidades, pero en la esgrima es todo lo contrario: lo fundamental es tener la sangre fría y pensar mucho las jugadas y las estrategias", analiza. Dos extremos que se encuentran: "Gracias al fútbol tengo buena forma física, que me viene bien para aguantar los asaltos de esgrima. Y el timing de la esgrima me ayuda a complementar la capacidad de juego en el fútbol".

Con el balón lleva desde los seis años, cuando empezó en el Atlético Arteixo. "Fui creciendo como jugador y acabé fichando, ya con diez, por el Ural", comenta Fariña sobre su evolución sobre el terreno de juego, donde juega de lateral izquierdo. Por la misma época en la que dio el salto al Ural, se inició en la esgrima. "Antonio (Carballo, entrenador y presidente de la Escola Galega de Esgrima) era mi profesor de educación física en el colegio y me animó a que probar, me gustó y ya me quedé". Así que tiene que medir a la perfección la semana. Lunes, miércoles y viernes, campo de fútbol de Elviña. Martes, jueves y muchos sábados por la mañana, Palacio de los Deportes de Riazor.

El florete, su favorito

Pero si le ponen entre la espada y la pared, elige la esgrima. "Sinceramene elegiría la esgrima porque los partidos de fútbol son todos los fines de semana y la esgrima no. También porque es un deporte individual y lo prefiero", asegura. Además cuenta que cree que las posibilidades de lograr éxitos deportivos son mayores con el florete: "Me veo más fuerte en esgrima que en fútbol. En fútbol es muy difícil triunfar como jugador".

Con 15 años, aún tiene que mucho que mejorar pese a que en su club están muy ilusionados con su trayectoria. En un deporte en el que hay que combinar poderío físico con fortaleza mental y capacidad de estrategia, el coruñés opina que su punto débil es la cabeza. "Soy un poco cabeza loca", reconoce. "Muchas veces no me doy cuenta de que mi adversario me está haciendo siempre lo mismo", añade, pero trabaja con toda la ilusión.