El primer gran goleador de la historia del fútbol portugués es el protagonista de una de las frases clásicas y que hace alusión a la histórica remontada de Os Belenenses ante el Benfica en un partido de 1926. Aquella victoria supuso la presentación en sociedad de un delantero de 18 años llamado Pepe Soares que protagonizaría cuatro años fabulosos antes de morir envenenado de manera inexplicable.

Es una de las expresiones clásicas del fútbol portugués, repetida hasta la saciedad en cualquier campo del país. Cada vez que un equipo se ve obligado a una gesta contrarreloj en los últimos minutos, una heroicidad a deshora, siempre aparece alguien en la grada que sugiere: "Necesitamos 15 minutos a la Belenenses". La frase, que luego tuvo diferentes versiones, tiene su origen en un partido jugado en el viejo campo de Amoreiras entre el Benfica y Os Belenenses correspondiente al Campeonato de Lisboa de 1926. Eran los tiempos en los que no existía Liga como la entendemos actualmente y el campeón portugués se resolvía en un torneo similar a la Copa de hoy en día. En aquella época de escasos enfrentamientos el torneo que enfrentaba únicamente a los equipos de la capital portuguesa cobraba una especial importancia.

El partido había estado dominado de forma clara por los benfiquistas, que en el minuto 75 dominaban por un marcador de 4-1. Pero entonces se produjo un inesperado aluvión por parte del equipo del Barrio de Belém que desbordó por completo al conjunto local. Anotaron tres goles de manera fugaz para empatar el partido en el minuto 85 y a dos del final el árbitro señaló un penalti a su favor que les daba la oportunidad de llevarse el partido y casi con toda seguridad el Campeonato de Lisboa. En las filas de los azules se produjo un momento de desconcierto porque nadie quería cargar con aquella responsabilidad. Les faltaba aire tras aquel esfuerzo final y les sobraban nervios. El capitán, Augusto Silva, encontró la solución en un muchacho de 18 años que ese día se estrenaba con el primer equipo. Se llamaba José Manuel Soares aunque todo el mundo le conocería por Pepe Soares. Se fue a por él y entregándole el balón le dijo "lo marcas tú". El muchacho no se lo pensó. Otros hubiesen salido huyendo del terreno de juego. Se fue al punto de penalti con decisión y anotó con un violento disparo el gol de una victoria para la historia.

Ese fue el primer tanto del protagonista de una de las carreras más meteóricas y desgraciadas de la historia del fútbol portugués. Desde aquel día en el campo de Amoreiras Pepe Soares se convirtió en uno de los fijos en Os Belenenses y el protagonista de unos años en los que "os rapaces da praia" (uno de los muchos nombres que reciben y que aluden a su origen popular, intensamente ligado al mar) se convirtieron en el mejor equipo de Portugal como lo demostraron con sus dos Campeonatos de Portugal y tres de Lisboa en apenas cuatro años. Los goles de Soares fueron esenciales en todo ello. Su aparición en el fútbol portugués tuvo una importancia decisiva y la selección le convocó de inmediato para enfrentarse a Francia en el estadio do Lumiar el 30 de diciembre de 1926. Fue posiblemente una de sus grandes tardes como futbolista. Con apenas diecinueve años marcó dos de los goles de aquel 4-0. La afición lisboeta, entusiasmada por la victoria y por la actuación de Soares, le sacó a hombros del estadio. Había nacido una estrella que ya no era patrimonio de Os Belenenses sino de todo Portugal. Disputó catorce partidos con la selección, incluidos los Juegos Olímpicos de 1928, anotó casi doscientos goles en los 140 partidos que disputó con el equipo de su barrio y entre otras cosas, tiene el récord absoluto de goles en un partido al anotar diez en la tarde en la que Os Belenenses se impuso por 12-1 al Bom Sucesso. Pero toda aquella brillante carrera acabó de repente, cuando solo tenía 23 años de edad y aún le aguardaba una larga temporada en la élite.

Nunca se supo con exactitud el motivo de su muerte. Pepe Soares ingresó en el Hospital de la Marina después de sentirse mal durante su jornada laboral. Sufría intensos dolores abdominales y los médicos comprobaron de inmediato la gravedad de su estado. Durante casi un día pelearon por salvar su vida pero el 24 de octubre de 1931, pasadas las diez de la mañana, certificaron su muerte. "Morreu o Pepe". Pocos titulares han generado un dolor tan profundo en la historia del fútbol portugués como aquel con el que se levantaron los lisboetas al día siguiente.

Pepe Soares falleció por una intoxicación alimenticia. En un principio se dijo que su madre había confundido la sal con la sosa caustica mientras preparaba la comida del día anterior. Fueron varios los familiares que durante los días siguientes también estuvieron aquejados de dolores estomacales e incluso alguno llegó a pasar por el hospital, pero nada que ver con las consecuencias que aquel incidente tuvo para Pepe. Seguramente la explicación de su muerte estuviese en el chorizo que formaba parte del guiso que comió la familia. El futbolista se había hecho un bocadillo con él para llevárselo al trabajo. Según explicaron a la policía nadie más en la casa había probado el embutido salvo, curiosamente, el gato que también había muerto. Eso explicaría el malestar de los familiares y el dramático destino que esperaba a Pepe Soares. Durante días se investigó la procedencia del chorizo, la tienda donde se había comprado, se interrogó a muchos testigos y se decomisaron kilos del embutido para comprobar si Lisboa se enfrentaba a un problema más grave. Nada más pudo demostrarse. El futbolista había muerto envenenado y todo quedó en manos de la leyenda.

El futbolista recibió una despedida como no se recordaba, como tal vez no haya tenido ningún otro jugador en la historia de Portugal. Más de treinta mil personas se calcula que salieron a la calle para ver pasar el cortejo fúnebre. Para Os Belenenses y para el barrio aquello fue casi imposible de digerir. El club mantuvo siempre la consideración de ser el cuarto grande del país después del Benfica, Oporto y Sporting, pero los historiadores están convencidos de que si el club hubiese mantenido la dinámica ganadora que llevaba en las primeras temporadas de Pepe Soares, justo cuando estaba a punto de nacer la Liga portuguesa como la conocemos ahora, la historia podría haber sido muy diferente. Os Benelenses levantó un monumento en honor a Pepe Soares en el viejo campo de las Salesias. Luego fue trasladado al estadio do Restelo (su actual casa) donde los viejos aficionados y muchos equipos rivales aún le llevan flores y los abuelos se detienen un segundo para explicarle a sus nietos quién fue Pepe Soares.