Los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro 2016 se escaparon por poco, pero Jacobo Garrido Jacobo Garridoera de aquellas solo un niño de 13 años que sin buscarlo se había quedado a las puertas de un sueño. Ahora tampoco es que sea un veterano, pero Tokio 2020 parecen mucho más una realidad. Dos caminos se abren ante él, uno dentro de la piscina y otro fuera de ella. En el agua el rendimiento del representante del Liceo está fuera de toda duda. En un mes pasará una importante prueba que marcará parte de su futuro y ha estado en Tenerife para prepararse para ella. En Italia, a la par que se disputará una de las citas de la Copa del Mundo, todos los nadadores tendrán que pasar por un examen médico para determinar su categoría por el grado de discapacidad. El cuerpo técnico del coruñés lleva tiempo intentando que se le reconozca dentro de la S9 en vez de la S10.

¿Qué cambia? Por sus tiempos, Jacobo Garrido ya tiene las mínimas exigidas para los nadadores incluidos en la clase S9. De hecho, sus marcas incluso le situarían en la lucha por las medallas. Los registros exigidos para la categoría S10, que es el grado mínimo de discapacidad, son en cambio mucho más exigentes. Aun así, el coruñés ya se ha quedado varias veces muy cerca de ellas, sobre todo en la prueba de 400 metros libres, su especialidad. Por lo tanto, lo que dictamine el tribunal podría cambiar su preparación. Si por fin consigue entrar en S9 podría relajarse pero si en cambio mantiene la S10, de nuevo tendría que volver a luchar por realizar la mínima, redoblar esfuerzos para ganarse su presencia en Tokio.

Para demostrar su teoría, el nadador, su entrenador Jesús de la Fuente y el médico deportivo Miguel Santiago viajaron esta semana a Tenerife para hacer unas pruebas en el canal hidráulico, el único que hay en España, y medir las deficiencias en el avance que le reporta a Jacobo su problema. Garrido nació con una pierna más corta que la otra y agenesia de peroné. Con los años, la diferencia entre sus extremidades inferiores se ha ido agravando, con más de 30 centímetros, lo que también le implica una desviación de la cadera. Tuvo que pasar por el quirófano en octubre. Tendrá que volver a hacerlo en el futuro aunque los Juegos postergan una y otra vez la decisión. Tokio le espera. Por un camino u otro. No se rendirá.