Aún quedan dos jornadas de OK Liga pero da la sensación de que la temporada, con este final tan descafeinado, ya ha llegado a su fin. Entre las dos semanas de parón (porque el Liceo no se ha clasificado para la final a cuatro de la Liga Europea, que todavía escuece) y que ya está todo decidido, con el Barcelona ya campeón y el subcampeonato prácticamente atado para los verdiblancos, parece el momento de hacer balance y hablar del futuro. Cuando el Liceo se clasificó para la final de la Copa del Rey dije que su temporada era ya, pasara lo que pasara, de sobresaliente. Sin la exigencia de un título. Pero al haberlos tenido tan cerca, y después de la decepción europea, ahora parece que sabe a poco. El deporte, con su resultadismo, es muy ingrato. No hay duda de que la temporada del Liceo ha sido buena, buenísima. Mucho mejor que la pasada. Y, sin embargo, en la anterior se ganó la Supercopa de España, la primera en las vitrinas del club, entrará en el libro de historia y no la presente.

Analizar todo desde la mira de los resultados es el peligro que tiene. El Liceo ha tuteado a un Barcelona prácticamente intratable. Ha sido el primero de los humanos, porque lo de los culés es de otra planeta (otro debate es si es bueno para el hockey esa hegemonía por lo civil o por lo criminal). Es más, una polémica decisión arbitral nos ha privado de un final de liga mucho más interesante. Porque si ese gol milagroso de Sergi Miras en el último segundo del partido contra el Barça en el Palacio de los Deportes de Riazor no hubiese sido anulado, ahora estaríamos hablando de algo bien distinto. Todo se desinfló un poco a partir de ese momento. Después llegó el desastre europeo, cuando el Liceo dejó escapar una ventaja de tres goles en Reus y cayó de forma estrepitosa apeado de la final a cuatro continental. Y un nuevo empate en la pista tarraconense que enterró las pocas opciones que le quedaban en liga.

Termina, pues, una temporada positiva en muchos aspectos y ya no solo el deportivo. La reconexión con la grada, lo primero aunque también se ha visto otra vida. Fue una pena que tras los partidos contra Barcelona y Reus, con ese ambiente único que se vive en las grandes citas en el Palacio de los Deportes de Riazor, ya quedaran pocos compromisos más en casa con lo que seguir afianzando esa nueva relación. La distancia hace el olvido. Esperemos que el verano no haga que esta se enfríe. Aunque para mantener la llama tenemos en julio el Campeonato de Europa que trae a la ciudad el mejor hockey sobre patines del mundo.

¿Y qué nos espera a la vuelta de vacaciones? Se supone que el Liceo renovará prácticamente a toda su plantilla aunque en Portugal sitúan insistentemente a Sergi Miras en el Benfica. Otros han tenido ofertas, aunque han dicho que su preferencia es quedarse en A Coruña. Las cosas de palacio van despacio, así que los movimientos tardarán en llegar. Además, el ascenso del filial implica una planificación mayor, no solo a nivel de jugadores, sino también de entrenadores. Esta temporada el Liceo ya comenzó con la separación del colegio, por lo que el club solo se hizo cargo desde la categoría alevín hacia arriba. La mayoría de los entrenadores son a su vez jugadores y si ellos viajan cada quince días, ¿quién se sentará en los banquillos? En el de OK Liga seguro que Juan Copa. La oportunidad le llegó por derecho propio y demostró estar a la altura. Le faltó la guinda. Hay que seguir apostando por ella. Llegará.