Madrid-Liverpool. Sobre el papel, uno de los carteles más lujosos para cerrar una edición de la Copa de Europa. Dos clásicos, que suman 17 títulos desigualmente repartidos: 12 para los blancos y 5 para los reds. Un desequilibrio que, a priori, también se anuncia sobre el césped del Olímpico de Kiev. Porque el Madrid busca su triplete particular, lo que pondría al equipo de Zidane en la estela del de Di Stéfano en la década de los 50 del pasado siglo, que ganó de carrerilla las cinco primeras ediciones. Y porque el Liverpool, al margen de no levantar el título continental desde la milagrosa remontada del cuadro de Rafa Benítez en 2005, no aparecía como aspirante ni siquiera a llegar a la final. Pero, como siempre ocurre cuando hay algo en juego a partido único, todo es posible. Y, a la vista de los protagonistas, no es descartable una final atípica, con dos equipos volcados en el ataque.

En otro momento del Madrid, la final de Kiev se hubiese presentado como el duelo entre dos tridentes fabulosos: Bale-Benzema-Cristiano contra Salah-Firmino-Mané. Pero Zidane se ha tenido que tragar aquellas declaraciones en las que aseguraba que la BBC jugaría siempre si los tres integrantes estaban disponibles. Para ser fiel a sus palabras, hoy tendría que dejar en el banquillo a Isco, un jugador fundamental en el trayecto de la pasada temporada hacia la Duodécima. Por eso, salvo sorpresa, la gran duda para completar el once obliga a descartar a Bale o a Karim Benzema.

No es pequeño el matiz, ya que la alineación de uno u otro condiciona el estilo del Madrid: con más tendencia a la posesión y la pausa con el francés; directo y vertical con el galés acompañando a Cristiano. Bale, relegado al banquillo en los partidos importantes de esta temporada, supo aprovechar las oportunidades en el tramo final de la Liga, aunque fuese con goles en partidos intrascendentes como los del Leganés (uno) y Celta (2) en el Bernabéu, o los del Camp Nou (uno) y La Cerámica (uno), en el cierre del campeonato. Tras su suplencia el año pasado en la final de su ciudad, Cardiff, el partido de hoy puede suponer un punto de inflexión para Bale.

"El marrón del once me lo como yo", se resigna Zidane, consciente de que su decisión será mirada con lupa y, en función del resultado, contestada o elogiada. En cualquier caso, la gran suerte del francés es que, a diferencia de su colega del Liverpool, Jürgen Klopp, tendrá en el banquillo un gran arsenal para cambiar el rumbo del partido en caso de necesidad. Además del descarte en la delantera, Zidane podría echar mano de dos jugadores especialistas en revolucionar el juego, como Lucas Vázquez o Marco Asensio, que tuvieron un papel decisivo en las tres eliminatorias camino de la final.

Las sensaciones y los números anuncian una final cara al gol. Porque el Liverpool es, de largo, el equipo más anotador (46 en esta edición) y el Madrid (30). Pero mientras que Keylor Navas y su defensa ha pasado pruebas exigentes con éxito, el portero y la zaga del Liverpool transmite muchas dudas. Karius ha recibido dos goles menos que Navas (13 por 15) en doce partidos, pero no da sensación de seguridad. Cometió graves errores en la semifinal frente a la Roma, aunque algunos sin mayores consecuencias en el marcador.

A punto de cumplir 25 años, Loris Karius asume hoy una gran responsabilidad ante algunos de los mejores rematadores del mundo. Formado en el Mainz 05 alemán, Karius llegó en 2016 al Liverpool, aunque no se hizo con la titularidad hasta esta temporada: 19 partidos de la Premier League y los doce de la Liga de Campeones. Fue internacional en todas las categorías inferiores de la selección alemana, pero aún no ha contado para la absoluta. No está entre los tres elegidos por Joachim Löwe para el Mundial de Rusia.

La defensa del Liverpool sufre por las carencias de alguno de sus integrantes, aunque ha mejorado con la incorporación del holandés Van Dijk, por el que pagó 84 millones de euros. También tiene algo que ver el planteamiento de Klopp, un 4-3-3 que permite dejar descolgados a los tres delanteros. Los dos partidos de semifinales con la Roma radiografiaron muy bien lo que es el Liverpool de Klopp: un cañón en ataque (siete goles en dos partidos) y un coladero en defensa (seis recibidos). Otra diferencia con el Madrid es que, mientras los once presuntos titulares madridistas tienen al menos dos Copas de Europa, los once reds todavía no han estrenado su palmarés en la Liga de Campeones.