Era el gran día, posiblemente el más importante en la historia del club, y el Deportivo no falló. Apeló al corazón, al suyo y al de los miles de aficionados que llenaron Riazor, para remontar un partido que se le puso muy cuesta arriba. Sin Zé Castro ni Valerón, dos de los pilares del equipo, pero con un Xisco que fue de nuevo el gran héroe. Igual que en Tarragona, solo que esta vez su gol acabó por sellar definitivamente el billete a Primera. El líder tenía otra bala cargada para la última jornada, por si fallaba la de ayer, pero no hizo falta. Quería celebrarlo ya. Sí o sí. Solo necesitaba un último impulso hacia Primera, el definitivo, y lo dio, cómo no, a hombros de su afición, que elevó a Xisco hasta el cielo para firmar el 2-1. De cabeza regresa el Dépor a Primera. Y lo hace, además, a lo grande, convertido en campeón de campeones tras igualar el récord histórico del Valladolid (88 puntos). Ninguno de sus seis títulos oficiales vale tanto como lo que consiguió ayer. Un ascenso. La vida.

Fueron 90 minutos emocionantes, intensos, de auténtico infarto, aunque en realidad el balón comenzó a rodar mucho antes de que Arias López señalara el pitido inicial. En las calles, en los bares, no se hablaba de otra cosa desde primera hora de la mañana. Toda una ciudad esperanzada y compartiendo un sentimiento de Primera que fue creciendo desde hace tiempo, antes incluso de que se consumara el descenso. Entonces A Coruña lloraba de pena. Anoche a muchos volvieron a escapársele las lágrimas, pero de alegría y emoción por ver al Deportivo de nuevo en su sitio, entre los mejores de España. Un escaparate de lujo, como ayer lo fue Riazor para el modesto Huesca. Vino a hacer su partido, a disfrutar, y durante muchos minutos lo logró.

Era un encuentro para jugar con el corazón y sobre todo con la cabeza. Por eso el Dépor no se volvió loco. Atacó sin cuartel, pero tratando de no perder nunca la compostura atrás. Pocas veces se vio superado, aunque sus contados despistes le costaron caros. Riki y Bruno Gama tuvieron las ocasiones más claras antes del mazazo de Núñez. También Guardado golpeó con mucha intención desde el pico del área, obligando a Luis García a lucirse. Llegaba el Deportivo a arreones, cada vez más asentado en el campo tras liberarse de los nervios iniciales. Parecía que el 1-0 era solo cuestión de tiempo.

Había que tener confianza y, por encima de todo, paciencia. Para entonces el Huesca ya se había atrincherado. Poco se estiraba en ataque, pero en una jugada aislada se encontró con un gol que cambió por completo el guión previsto. Núñez aprovechó un desajuste defensivo para cabalgar directo hacia la meta blanquiazul. Aythami llegó a tiempo para cruzarse, pero con tal mala suerte que desvió el disparo hacia su propia portería. El balón superó por alto a Aranzubia (m.33) y sembró un desconcierto que duró muy poco, apenas siete minutos, los que tardó Riki en devolver la igualdad al marcador. Morel ganó la línea de fondo y buscó el centro al primer palo. Entre el delantero y Luis Helguera se encargaron de hacer el 1-1. Un justo premio para el líder, que poco antes del empate pudo encajar el segundo. Lo perdonó Lázaro, a quien se le hizo pequeña la portería cuando lo tenía todo a favor para marcar el 0-2. Susto y gordo, como el de Omar en el tramo inicial de la segunda parte. El Huesca, a lo suyo, se acercó muy poco, pero casi siempre con mucha intención. El Dépor, cada vez más alocado en ataque, se encomendaba a las jugadas a balón parado y a los chispazos de Bruno, Guardado y Riki para dar sensación de peligro. El madrileño fue el que más lo intentó, pero sus duros disparos se encontraron siempre con Luis García.

Empezaba una contrarreloj para el líder y Oltra se jugó la carta de Xisco. El héroe de Tarragona volvía a saltar al campo dispuesto a poner su nombre en otra página para la historia. Y vaya si lo hizo. Entró en el 67 y solo tres minutos después aprovechó un gran centro de Bruno para completar la remontada. Un testarazo para la posteridad que metía de cabeza al Deportivo en Primera (m.70). El gol del canterano desató la locura en la grada. Difícil no contagiarse en el campo ante tanta emoción, pero había que mantener la cabeza fría y aguantar el 2-1, sin renunciar a salir a la contra para redondear la fiesta con el tercero. No hizo falta. El líder tenía el campeonato en la mano y no lo iba a soltar. Por muchos balones que colgara el Huesca, el Dépor era ya campeón. 88 puntazos. Campeón de campeones.