Resultó ser el regreso soñado por todos. Ante un Riazor con una imagen envidiable, el Deportivo estrenó su recién recuperada categoría ante Osasuna con instantes de buen fútbol, del que promete Oltra, y otros de solvencia para ampliar una dinámica de triunfos inaugurada el año pasado.

Comenzaron gustándose los blanquiazules durante los primeros minutos del partido, impulsados por el estreno en su vuelta a la Primera División y a la vez apoyados sobre su mayor calidad en el centro del campo. Fueron instantes en los que Osasuna parecía el recién llegado a la categoría. Bastaron un par de combinaciones entre Valerón y Juan Domínguez, sumadas la velocidad de Pizzi y Riki arriba para moverse entre los defensas, para inflamar por momentos a la grada de Riazor después de un remate al larguero del portugués. Los olés precedieron a la sonora pitada que le dedicó parte de la afición a la Liga de Fútbol Profesional (LFP) como protesta por los horarios de los partidos.

En cuanto Osasuna comenzó a entrar en contacto con el balón el partido se ralentizó y se impuso un ritmo menos frenético, más pausado, más acorde a lo que acostumbró la temporada pasada el equipo de Oltra y en el que mejor se desenvuelven tanto Valerón como Juan Domínguez.

Estaba por ver de qué modo respondía el canterano en la máxima categoría. O mejor dicho, estaba por ver si respondía de igual manera que cuando el técnico le dio la alternativa el curso pasado. Lo hizo en la medida en que supo mantener los rasgos que le distinguen como futbolista y no se amedrentó frente a la mayor experiencia, y dureza, de los rivales.

Su juego depende sin embargo de la labor de los que tiene alrededor para alargar el pie y aprovechar su visión de juego. Salvo Pizzi, ningún jugador deportivista le ofreció demasiadas alternativas, ni a él ni a Valerón, y los blanquiazules se volvieron demasiado previsibles, plomizos, al mismo tiempo que Osasuna comenzaba a asomarse por el área de Aranzubia mediante combinaciones rápidas para sorprender a la defensa blanquiazul, por momentos también demasiado lenta y perezosa en los repliegues.

La mejor oportunidad para los navarros llegó sin embargo a balón parado: a través de un córner lanzado desde la derecha que remató Llorente prácticamente en el punto de penalti. Para fortuna de Aranzubia no llevaba la suficiente potencia y el delantero visitante no consiguió imprimirle el efecto que lograse evitar al portero riojano. El meta se encontró el balón a sus pies antes de que Juan Domínguez despejase el peligro.

Los deportivistas seguían llegando al área rival, aunque sin ocasiones realmente claras. La oportunidad de marcharse con ventaja al marcador llegaría después de que el árbitro señalase un penalti sobre Bruno en el tiempo añadido. Ya pudo hacerlo cuando Loé derribó a Riki en el mismo área. Fue el madrileño, sin embargo, quien agarró el balón como recompensa por el hecho de que fue él quien logró que la primera parte se extendiese más allá de los 45 minutos al quedarse tendido sobre el terreno de juego tras el derribo de Loé. Su disparo, lo escupió el palo.

Hubiera sido la mejor forma de encarar la segunda parte, pero tan solo unos minutos después de la reanudación Riki tuvo la oportunidad de resarcirse de su error. Fue del modo que acostumbra el delantero: cuando menos propicio parece de antemano. Con la colaboración del portero rival su disparo tras una carrera por la banda derecha acabó dentro de la portería para poner por delante a los blanquiazules.

Manejó bien la ventaja el Deportivo, sorprendentemente bien teniendo en cuenta los antecedentes, e incluso amplió el marcador tras una jugada dudosa en área propia por medio de Oliveira, que tras una cabalgada en solitario definió con elegancia. El regreso soñado.