Alberto Lopo, Ángel Lafita y Juan Rodríguez, tres de los cuatro exdeportivistas que militan en el Getafe, no olvidarán fácilmente su amargo regreso a Riazor. No esperaban una bienvenida precisamente amable, más bien al contrario, pero quizá no contaban con una hostilidad de semejantes proporciones. Tanto el central como el extremo, titulares, estuvieron continuamente en el punto de mira del público, que les dedicó sonoras pitadas cada vez que entraron en contacto con el balón. Todavía escuece cómo salieron del club coruñés, especialmente en el caso de Lafita, cuyo culebrón en el verano de 2009 finalizó con su regreso de última hora al Zaragoza.

No solo les silbaron, sino que un numeroso grupo de aficionados se acordaron de sus nombres para invitarles a salir de Riazor mientras Juan Rodríguez aguardaba su oportunidad en el banquillo. Lopo, el más veterano, aguantó el chaparrón con oficio y no se escondió en ningún momento pese a la bronca que se le vino encima cada vez que intervino en el juego. Más le costó aparecer a Lafita, intermitente y sin su característico desequilibrio en el uno contra uno.

Aun así, al inicio de la segunda parte el maño firmó una gran asistencia que casi acaba en gol, aunque no fue su mejor partido. En el minuto 65, cuando fue sustituido, escuchó una de las pitadas más rotundas que se recuerdan en Riazor. Similar a la que recibió Juan Rodríguez cuando entró en el campo en la recta final. Getafe, refugio de ratas y peseteros, se pudo leer en una pancarta. Hubo broncas para los tres, todos castigados por salir.