Solucionado lo que parecía ya un problema terminal y de difícil arreglo, el Deportivo evidenció ayer en La Romareda que tiene otro igual de grave. Lo mismo que la falta de gol se convirtió en un signo de inferioridad frente a los rivales en la etapa más reciente del equipo, la debilidad defensiva va camino de convertirse en el síntoma más evidente de la mala salud que atraviesa el juego de los blanquiazules. Ayer perdió una oportunidad única de ganar por primera vez a domicilio, adelantar al Zaragoza en la clasificación y a la vez confirmar la mejoría demostrada en las dos últimas jornadas. Todo por las facilidades que sigue demostrando el conjunto de Oltra en defensa.

Ante el Celta y el Mallorca al Deportivo le alumbró el talento de alguno de sus jugadores. Ayer le pusieron por delante dos errores del rival bien aprovechados. La inmadurez que le recriminan a menudo al técnico quedó aparcada cuando a los 21 minutos el Deportivo ya ganaba por dos goles.

Parecía demasiado como para desaprovecharlo, pero la calamitosa sucesión de errores en defensa, sumado a la expulsión de Pizzi nada más comenzar la segunda mitad, acabó por dilapidar una ventaja con la que posiblemente los blanquiazules ni siquiera hubieran soñado hace dos temporadas.

Y es que, a pesar de perder, el Deportivo marcó tres tantos y se mantiene como uno de los equipos con mejor cifra goleadora de la categoría solo por detrás de Madrid, Barcelona, Atlético y Betis. Un caramelo para cualquier equipo de Primera y que sin embargo los blanquiazules todavía no han sabido rentabilizar en su justa medida.

En parte por sus propias debilidades y en parte también porque por cada gol que marca recibe uno y medio, que fue lo que le ocurrió ayer en La Romareda. La victoria ante el Mallorca la jornada anterior después de dejar la portería a cero había despertado cierto optimismo en esta faceta. Ayer se esfumó de la misma manera que la ventaja de la que disfrutaron los deportivistas gracias a los goles de Bruno y Riki.

Fue un alarde de efectividad fabuloso y una prueba de que el equipo se arma con soltura al contragolpe, a la espera y aguardando algún traspiés del contrario.

Una mala entrega de Zuculini en el centro del campo permitió a Álex recuperar un balón, asociarse con un compañero, volcar a la izquierda para Pizzi y éste encontrar con un pase interior a Bruno en el área para adelantar a los blanquiazules. No más de cinco toques, sin el exceso en la conducción del que suelen pecar en ocasiones algunos de los jugadores deportivistas y con un despliegue con rapidez que permitió encarrilar lo que en la previa se planteó como un enfrentamiento directo por evitar el descenso.

El siguiente de Riki confirmó que en ataque ya no se experimentan los apuros de antaño. Un nuevo error de Zuculini en la cesión a su portero y un delantero atento ampliaron la renta para los de Oltra, que a partir de ahí sufrirían la remontada local. Un disparo de Álex al larguero con ventaja todavía en el marcador para los deportivistas pudo haber inclinado del todo un relato de acontecimientos que a partir de entonces sería un monólogo del Zaragoza. El aperitivo de la segunda mitad lo pondría Apoño con un penalti inocente de Tiago, anticipo de lo que se vería en defensa tras el descanso.

El portugués, correcto hasta entonces, dio la sensación de que se quiso adelantar a la jugada. Arrancó antes de que le llegara un balón comprometido en el área y de algún modo le rebotó sobre el brazo. Eso fue todo cuanto se vio de anticipación defensiva ayer en La Romareda por parte de los jugadores deportivistas.

Hasta la fecha habían sido los espacios entre líneas los que lastraban a los de Oltra. Les sucedió contra Sevilla, Madrid y Barcelona. Ante el Zaragoza, sin embargo, no fue tanto la distancia entre el centro del campo y la defensa lo que condenó a los blanquiazules, sino los errores y la colocación. Todo el equipo volvió a sufrir a balón parado y dos saques de esquina casi consecutivos destaparon las dudas que despiertan este tipo de jugadas entre los deportivistas. El tercero del Zaragoza retrató los males en la colocación y el cuarto los desajustes que obvia Oltra quizá como método de proteger a los suyos.

Bodipo consiguió maquillar un marcador que castiga las carencias del Deportivo y de algún modo puede colocarlo frente al espejo para próximos compromisos. Sucede que el campeonato avanza y las fortalezas y debilidades de cada uno van quedando más expuestas.