Álex Bergantiños se ha convertido con el paso de los años en un voluntarioso centrocampista. Sus inicios, sin embargo, están en el eje de la defensa. Como central se desempeñó durante la mayor parte de su etapa de formación y dio incluso el salto al filial blanquiazul en esta demarcación. El canterano terminaría por adelantar su posición hasta situarse por delante de una zaga a la que tuvo que regresar ayer por las circunstancias del partido.

Las lesiones de Marchena y Zé Castro le obligaron a regresar a la defensa. Cumplió con esta función mientras acompañó a Aythami, pero todavía tendría que sacrificarse más con la expulsión de Aranzubia.

Sin la posibilidad de más cambios, Bergantiños se puso los guantes y recordó con su imagen bajo los palos las experiencias previas de Donato en la temporada 2000-01 frente al Oviedo y de Juan Rodríguez en la 2008-09 contra el Barcelona en el Nou Camp.

El canterano no pudo evitar encajar el segundo gol del Levante, pero su actitud en el terreno de juego fue reconocida por la afición las pocas veces que tuvo que intervenir desde la portería.

Fue un gesto de consuelo hacia el jugador sobre el que quizá mayor cariño se profesa desde la grada. Su sacrificio de ayer se interpretó como uno episodio más de una carrera plagada de compromisos hacia el club. Su ejemplo adquiere en estos momentos de incertidumbre mayor relevancia para unos aficionados que lo reconocen como su prolongación sobre el césped.