Con la marcha de Valerón el Deportivo pierde una buena persona, un muy buen futbolista y el espejo ideal donde se pueden mirar todos los chavales que empiezan. En 1993 yo era el secretario técnico de la Unión Deportiva Las Palmas y me dijeron que fuera a ver a un chaval de Arguineguín que podía ser interesante. Allí fuimos a verlo, a aquel campo de arena. Era muy largo, muy largo, parecía la Pantera Rosa. Hizo tres o cuatro cosas sensacionales y un pase de 40 metros espectacular a un compañero que entraba por la banda. Me pareció un chaval diferente y dimos el visto bueno para ficharlo para el Las Palmas B. Como Arguineguín quedaba algo lejos de Las Palmas, recuerdo que lo trajimos a una pensión. Siempre tuvo un comportamiento ejemplar, excepcional. Luego lo tuve en la selección sub 21 y debutó conmigo en la absoluta. Es un jugador de esos que tienen las dos facetas muy completas, tanto la futbolística como la humana. Como persona es especial por su carácter, por su educación y porque se preocupa de ayudar a los demás y hacer el bien. Como futbolista no lo vamos a descubrir, es un jugador grandísimo. Nunca ha sido físicamente muy completo porque no era potente pero tenía una calidad extraordinaria. Con el paso de los años mejoró mucho en resistencia porque al principio de su carrera no tenía tanta. Es un jugador que necesita menos esfuerzo que los demás para hacer lo que hace bien. Eso hace que su vida deportiva se prolongue más.