Dos viajes distintos hacia un mismo destino. Uno se come la vida a bocados y el otro le da temperatura a su frialdad a través del fútbol. Hace un año Luis y Juan Carlos volvían de Betanzos con una derrota y mascullando su destino. Cruce de caminos. El ariete había disfrutado de sus primeros minutos con el Fabril tras nueve meses en la camilla, pero ya planificaba los siete mil pasos siguientes que le llevarían a cumplir su sueño. El mediapunta se preguntaba qué hacía en una categoría que no le correspondía con las puertas del primer equipo cerradas a cal y canto por orden ministerial. ¿De dónde venimos y a dónde vamos? Doce meses después, en Huelva todo hace clic y llega la perspectiva.

Luis se dedicó desde entonces a marcar, marcar y volver a marcar, pero a él nunca le llega, ni siquiera 30 goles. Eternamente insaciable. Cualquiera hubiera pensado en coger sensaciones después de haberse destrozado la rodilla. Claro, cualquiera, menos Luis. Juega y va a por el gol como si no hubiera mañana. Esa voraz ambición es su motor, pero también su losa mental. Juega como es y viceversa. Busca el camino más recto hacia la portería, pero también hacia la elite, y por eso se aseguró contractualmente que no volvería al Fabril. O Dépor o cesión. Sin vuelta atrás. Todo ese cóctel sin titularidades ni goles, le convirtió en una olla a presión que liberó aire ante el Castilla. Gol y por fin paz. Pero no sería extraño que pronto regresase la ansiedad, a la que una delgada línea separa de la autoexigencia. Por ahora, ese respiro le dio el poso para ser el nueve que necesitaba el Deportivo ante el Recre. Desahogó, tuvo el colmillo afilado para atacar los espacios y remató más que nadie. Aún le queda mucho, pero que Borja no se duerma: empieza la competencia.

Juan Carlos sentía que habían sido injustos con él y aún así había llegado el momento de hacer el petate. La perspectiva con D'Alessandro no invitaba a pensar en que se iba a comer el mundo, pero qué tenía que perder. Un cursillo del otro fútbol. Este verano no era el primero de la lista, pero cuando la pelota es tu amiga y no hay dinero... Las ventajas de los peloteros en épocas de crisis. Primero en la banda, luego en la mediapunta y el domingo entre el pivote y el enganche. Fuera de sitio y con sus más y sus menos, peleó para darle calor con su fútbol a esa aparente frialdad y, por fin, su motor diésel arrancó del todo en Huelva. Su gran mérito fue haber sido fiel a sí mismo y no una pseudoversión de Juan Domínguez. Suplirle es el mayor de los desafíos y él respondió: fue distinto. Abarcó más campo y, sobre todo, fue más vertical y dio soluciones. Más box to box. Ni mejor ni peor, simplemente diferente. Y todo tan solo una semana después de que su técnico pareciera sentenciarlo. Qué poco duran los apocalipsis.

Fernando Vázquez oye a todo el mundo, pero practica la escucha selectiva. Y hace bien. En su mente retumbaban los goles del Lugo al Recre. Tres zarpazos. Taparse, robar, correr y golpear. Ese era su plan y poco le importó que le pitaran los oídos por utilizar cuatro laterales. Tenía la serenidad del que cree hacer lo correcto. La primera parte solo le permitió cumplir el 25% de su hoja de ruta con la guinda de ver cómo Luisinho crecía. En el descanso demostró cintura para adelantar las líneas y, apoyado en las magníficas prestaciones de sus futbolistas, redondeó la mañana. Golpe de efecto. Victoria de las que hacen equipo y que presentan una candidatura. Y más ante un intenso Recreativo, que no afinó, pero que juega con una velocidad más que el resto de la categoría.

Karma blanquiazul

Y cuando todo va mal el destino te da un respiro. La soga concursal, las prioridades del club y el deleznable mercadeo de los agentes hicieron que Abegondo viviese un verano duro. Recortes, fugas dolorosas, descapitalización... Nada pintaba bien. Pero el karma hizo de las suyas. A la demostración de Luis, Juan Carlos o Insua, se sumó un triple triunfo en los derbis en categorías inferiores ante el Celta. Los dos juveniles y el cadete A reivindicaron que la factoría blanquiazul está más viva que nunca. Álvaro, Samu, Roi, Adrián y Pose ensayaron para ser los nuevos Lassad. Ahora solo hace falta cuidarlos y que no se queden solo por el amor al escudo.