El Deportivo necesitaba ganar en Córdoba después de cinco jornadas sin vencer. Lo de menos era cómo y lo logró en el último suspiro, tras una gran acción personal de Luisinho que Borja culminó en boca de gol empujando el balón para firmar el 0-1 definitivo. Fue un triunfo con un caro peaje, el de la lesión de Germán Lux. A él le brindaron sus compañeros la victoria, con la que el Dépor confirma su posición de ascenso directo y recupera el liderato provisional, a la espera de lo que el Sporting haga este mediodía ante el Recreativo. De momento, el resultado de ayer sirve para cortar una mala racha que duraba demasiado y que ya amenazaba con sembrar de dudas el vestuario. Un triunfo de mérito ante un rival directo, el más fuerte de la categoría en su propio estadio. Sin brillantez, pero con fe, la de un equipo que demostró carácter para sobreponerse a las adversidades, empezando por la del desgraciado episodio que protagonizó su portero poco antes del descanso.

El Deportivo fue de menos a más, siempre sólido en defensa pero deslucido en ataque hasta la segunda parte. Su arreón final tuvo el justo premio de la victoria ante un rival que apenas creó peligro. Y eso que apretó en el tramo inicial, en el que fue mejor que el Dépor, de nuevo con muchos problemas de creatividad. No le sentó bien a Juan Domínguez la posición de mediapunta. Apareció poco, casi siempre sin campo por delante, y eso derivó en un atasco monumental a partir de la línea de tres cuartos. Tampoco es que los andaluces hicieran gran cosa en ataque, pero por lo menos daban la sensación de ir a por el partido de una forma más decidida. Su mejor aproximación en la primera parte fue una falta lanzada por Abel muy arriba, lejos del arco de Lux (m.30). Nueve minutos después llegó la lesión del argentino. Sus lágrimas dejaron a sus compañeros conmocionados, como queriendo que el descanso llegara cuanto antes para interesarse por su estado y hacer piña en la caseta de cara a la segunda mitad.

Querían brindarle el triunfo a Poroto y tras la reanudación salieron con otra cara, más decididos y con mucha más presencia en campo contrario. Ayudó a combinar con más criterio la posición de Juan Domínguez, más retrasada que en la primera mitad. Cerca de la portería no acaba de sentirse cómodo, pero con campo por delante es uno de los jugadores con más calidad de este Deportivo y de toda la Segunda División. Buenos balones al espacio le metió tanto a Núñez como a Luisinho. El madrileño, muy profundo, acarició el gol en el 50 tras una buena combinación de todo el ataque coruñés. Poco a poco despertaba el Dépor, seguro atrás y con Fabricio muy atento en los balones aéreos. El Córdoba colgó unos cuantos, en especial desde el banderín de córner, pero esta vez el equipo coruñés no se vio superado a balón parado. Kaká e Insua, muy intensos y concentrados, formaron una pareja efectiva en el eje de la zaga. Concedieron poco, casi nada. Ni siquiera Xisco dispuso de ocasiones claras. Solo un remate franco a pase de Nieto que murió manso en las manos de Fabricio (m.57).

Bastantes más llegadas generó el Deportivo en la última media hora. Hasta Juan Domínguez se animó a probar suerte en el disparo. Su potente volea desde la frontal del área, en el 66, obligó a Saizar a emplearse a fondo para evitar el 0-1. No fue la última gran parada del meta local. También respondió con una gran mano a un derechazo de Luisinho directo a la escuadra. Definitivamente, el Deportivo merecía más premio que un empate. Daba la sensación de que podía llevarse los tres puntos a poco que tuviera más acierto a la contra. Nunca descuidó su punto fuerte, la defensa, pero cada vez que robaba el balón salía con decisión en busca de la portería y llegando con muchos hombres a posiciones de remate.

El partido entró en un ida y vuelta constante, el escenario ideal para jugadores desequilibrantes en el uno contra uno, como Luisinho o Salomão. El recién llegado entró en el campo con ganas de recuperar el tiempo perdido durante estos últimos meses en Lisboa. Recordó a su mejor versión en el Deportivo. Galopó veloz, eléctrico, demostrando que regresa en forma para convertirse en uno de los futbolistas que marquen diferencias en la categoría de aquí a junio. Calidad le sobra; y la chispa, por lo visto ayer, ya la tiene. Solo falta que las lesiones le respeten. Si es así, está llamado a ser un jugador clave para alcanzar el objetivo del ascenso.

También el chileno Bryan Rabello, quien desde el palco comprobó cómo de un remate duro de Salomão nació el 0-1 definitivo. El rechace inicial del portero lo recogió Luisinho dentro del área. Donde otros se apuran a rematar, él optó por inventar una solución tan vistosa como eficaz. No se precipitó para acabar la jugada. Esperó al momento justo para driblar a su defensor con un par de recortes y regalar el gol a Borja Bastón. El madrileño solo tuvo que empujar el balón para decidir el encuentro a favor del Deportivo. Tres puntos merecidos en un momento clave de la temporada, pero con un peaje caro, el de la lesión de Lux.