El Dépor se retó este verano a buscar seguridades (centrar su estilo, dotar de valor a su plantilla), a crear algún punto de apoyo en las arenas movedizas en las que se ha instalado, pero la vida sigue igual. Deambula al día sin perder la fe pero invadido por los miedos y las dudas. La historia se matiza, las sensaciones se repiten, todo se pospone. Eterno retorno. Cuando asomaba la cabeza con una tibieza hasta narcotizante y solo resaltada por la pobreza del Granada, volvió a dudar. Y cayó. Se veía venir. Es como si desde hace años viviera mal colocado, a destiempo, y siempre llegase tarde a los balones. Ya sea en un fichaje, en un ascenso con dudas, en un cambio de estilo, en una destitución de un técnico o en una pelota colgada a la cabeza de Babin. Ni tranquilidad ni certezas, dando vueltas en redondo sobre sus debilidades y anhelando avanzar con sentido y paso firme. ¿Hacia dónde? Sobreviviendo y buscando un camino. ¿Demasiado romántico?

Casi cualquier mortal firmaría con sangre el decálogo futbolístico de Víctor. Pelota, presión avanzada, dominar zonas atractivas del campo. Un lujo. Es como estar en albornoz en un hotel de 5 estrellas. El problema es querer conducir un utilitario con maneras de piloto de Fórmula 1. Realismo y equilibrio son los conceptos que deben guiar a cualquier técnico, por encima del estilo. El Dépor no necesita ideologías innegociables, precisa de soluciones. Fernández no parece dispuesto a renunciar a su sello ante la adversidad. La vida está llena de necesarios valientes, a los que una delgada línea separa de los temerarios. Ojalá las mejoras y el florecimiento de la plantilla acompañen a la apuesta y que su credo se ajuste a la materia prima disponible. Lo disfrutaremos y le aplaudiremos. Pero no hay nada peor que cometer el pecado del nuevo rico: creerte más de lo que eres, jugar a lo que no puedes. Ahí está el riesgo.

Curiosamente Granada concedió una tregua al juicio de estilo de este proyecto de autor. Con el balón parado como protagonista, la película del desastre fue más un revival que un estreno. El Dépor fue punzante en la presión arriba, por momentos confundió la agresividad con la falta por sistema y se mostró más deficitario que correcto en la salida de balón. Cal y arena. Imprimió cierto ritmo en zonas avanzadas, pero adoleció de claridad y desequilibrio real. Fariña, un azucarillo. Iván Cavaleiro, en cambio, fue el único que pasó la prueba del acné, algo que habla muy bien de él, pero poco del equipo. José Rodríguez es tan vigoroso como inmaduro. Con balón no sobresalió y fue una escopeta de repetición con los tobillos rivales. Está verde. La imagen mental de Rubén Pérez no se ha desvanecido y escama. Le queda mucho por crecer. Al igual que a Pablo Insua. El veterano por decreto ha demostrado que es humano a sus 21 años. El nuevo estilo le hace dudar, tambalearse. Él aún puede aprender y adaptarse. Con Lopo será más difícil remendar la costura. El estilo y el DNI acercan al precipicio al catalán y ponen en el punto de mira a Lux. La inseguridad de Germán rebrotó hace meses, no es de ayer. Fabricio, no estar arropado por su defensa y las dudas a balón parado la agudizaron, y ahora se ha metido en su cabeza. Y no será fácil sacarla. La mano blanda del primer gol y el doble error del segundo (no salir o no tirar la línea hacia arriba) son los síntomas. La cura está en su mente o en el banquillo, de donde asomaron otras soluciones: Medunjanin y Cuenca. El bosnio es la pausa que no le sobra a este Dépor, el desequilibrio con un pase. El tiempo se para y suya es la pelota, que siempre devolverá mejor de cómo la recibió. Simple y valioso. A Isaac hay que asociarlo a la palabra paciencia. El fútbol está dentro de él, solo hay que esperar. En los Cármenes ya se intuyó lo que esconde y no es poco.

La prueba del algodón

El Dépor tiene que fichar en una semana lo que no pudo en tres meses. Mal de muchos y triste consuelo. En pocos días pasará la prueba del algodón. Cuenca y Lucas parecían fuera de mercado y aquí están. Se han producido movimientos interesantes pero aún hay que cerrar las áreas. Toda la planificación quedará definida y se podrá evaluar según el ariete y los centrales que lleguen. Hasta ahora más voluntad que maña. Queda una semana para ir a por nota o rondar el suspenso.