Un partido a las cinco de la tarde y Riazor no llega a los 20.000 espectadores, según las cifras oficiales facilitadas por el club. No es que sea una hora buena porque hay que ir al estadio casi con la comida en la boca, pero tampoco es de las peores entre las que maneja la Liga del Fútbol Profesional (LFP); sin embargo, sí resulta que la asistencia fue más bien escasa. Los claros que había en la zona de Preferencia llevaban a pensar que la entrada no era buena, pero cubrir poco más de la mitad del aforo en un partido tan trascedente parece escaso. Los números son los números. Eso, que una hora antes de que comenzase el encuentro ya había ambiente del bueno en las calles más próximas al coliseo deportivista. Los que no fueron habrán pensado que decidieron con sabiduría. Los que acudieron mostraron todo su apoyo al equipo durante todo el partido. O casi todo porque en el minuto 79 se escucharon algunos pitidos. Al final, fueron muchos más.

La gente salió desencantada. Había quejas por el infortunio en dos o tres jugadas en las que el balón no quiso entrar en la portería del Almería; también por el momento en el que llegó el gol andaluz y la forma. Un chut raro que tocó en algún defensa, que se fue al larguero y bajó para colarse en la portería de Lux. Ya no hubo tiempo para más que para sacar de centro. Unos segundos que fueron aprovechados ya por una parte de la parroquia para abandonarse su localidad y dirigirse a las puertas de salida con la decepción como compañera en el camino de regreso a casa. Y es que en el plazo de nueve días el Deportivo encajó tres derrotas. Una dolosa aquí frente al Madrid, dolorosa por el resultado (2-8) y la forma en que llegaron los goles; una segunda que dolió más, la del martes en Balaídos (2-1), donde pudo empatar si Medunjanin acierta en el lanzamiento del penalti; y la de ayer, que ya no sabía la gente si era peor que las otras por las trascendencia y al adversario.

Los Blues advirtieron a los futbolistas cuando solo iban tres minutos de juego: "¡Échale huevos, Dépor échale huevos". Durante el partido retomaron sus habituales cánticos para llevar al equipo en volandas, pero sin conseguirlo. Incluso a la conclusión del choque hubo un número importante de seguidores que esperaron que los futbolistas saliesen de los vestuarios para animarlos e incluso para corear sus nombres. Los aficionados siguen sin renunciar a su apoyo y entrega. Los que asisten, porque por las cifras sigue habiendo un número importante de socios que continúa sin acudir a Riazor. La asistencia no alcanzó una entrada de 20.000 espectadores cuando el número de socios ya superó la cifra de los 23.000.

Hasta el día 19

Ahora el equipo tardará tres semanas en volver a jugar en Riazor. El domingo visitará al Sevilla en el Sánchez Pizjuán (12.00) y después habrá parón en la liga porque hay una nueva fecha reservada para los partidos de las selecciones. El 19 se reencontrarán los blanquiazules con sus seguidores para recibir al Valencia (17.00 horas). Dos partidos complicados para el deportivismo, que en parte empieza a perder los nervios, ya que lleva tres encuentros en casa y no ganó ninguno de ellos.