El Deportivo sigue buscándose mientras pasan las jornadas y no llegan las soluciones. Ayer fracasó el nuevo dibujo táctico, con línea de cinco atrás, aunque por lo menos el equipo coruñés salvó un punto. No mereció más ante una Real Sociedad que pudo matar el partido a la contra. El equipo coruñés, desajustado en defensa e inconexo en ataque, sobrevivió entre la espesura de sus pocas luces. Le falta de todo, empezando por un plan al que agarrarse. Aún no sabe a qué juega y mientras no lo tenga claro seguirá haciendo equilibrismos para no caer en el pozo. Suma diez puntos en doce jornadas, pobre balance clasificatorio y pobres sensaciones las que transmite el conjunto blanquiazul, que por lo menos se vació y le metió intensidad, sobre todo en la segunda parte.

Mucho más de lo previsto le costó a los futbolistas del Deportivo ajustar sus posiciones con el nuevo dibujo de tres centrales y dos carrileros. Víctor Fernández lo ensayó a conciencia durante toda la semana, pero en la práctica no tuvo el resultado esperado. El equipo coruñés tuvo graves problemas para iniciar las transiciones ofensivas. Medunjanin intentó ofrecerse para empezar a construir el juego, pero apenas lo logró. En ataque el Dépor solo cargó a arreones, sobre todo algunos de Luisinho por el carril zurdo. Solo fueron tímidos avances, sin apenas peligro para Zubikarai. Bastante más trabajo tuvo Fabricio, de nuevo uno de los destacados.

Fue una línea de cinco con matices, porque Luisinho muchas veces se incrustó en el centro del campo como falso extremo. Juanfran, en cambio, estuvo bastante más posicional que el portugués aunque no renunció a pisar campo contrario cuando tuvo oportunidad. Daba la impresión de que el plan no estaba claro, ni para atacar ni tampoco para defender. El balón apenas le duraba al equipo coruñés, incapaz de enlazar más de tres pases seguidos. No tuvo más remedio que abusar de los pelotazos en largo para pisar campo contrario, un recurso que facilitó las cosas a la defensa vasca.

Sin hacer nada del otro mundo, la Real Sociedad fue poco a poco llevando el partido a su terreno, el de la velocidad de futbolistas desequilibrantes como Chory Castro o Carlos Vela. Se encontraron con muchos metros por delante para correr a la contra. Y no una vez sino muchas, las suficientes como para haber desnivelado el marcador antes del descanso. Víctor utilizó tres hombres por dentro -Medunjanin, José Rodríguez y Juan Domínguez- y renunció a un mediocentro destructivo dejando en el banquillo a Wilk y Álex. Su apuesta no resultó y la Real se hizo fuerte en la zona ancha, con Granero manejando el balón a sus anchas y Canales apareciendo por todas partes para jugar y hacer jugar a sus compañeros. El dominio donostiarra fue creciendo con el paso de los minutos y no tardaron en aparecer las primeras ocasiones del conjunto visitante. La más clara la tuvo Canales, cuyo potente disparo lo rechazó Fabri con la cara.

Poco después un córner a favor del Dépor derivó en una contra clara para la Real, un tres contra uno que Juanfran abortó in extremis. Los vascos volvían a perdonar y el Dépor seguía sin dar señales de vida en ataque. Cavaleiro estuvo bien sujeto y Postiga hizo lo que pudo, sobre todo aguantar el balón de espaldas para oxigenar al equipo. Ni un remate claro del equipo coruñés en toda la primera parte, únicamente un derechazo de Luisinho bien rechazado por Zubikarai. El encuentro era malo, muy malo, pero estaba cargado de tensión. Sobre el terreno de juego y también en los banquillos, con Roberto Cabellud expulsado y encarándose con el debutante David Moyes.

El Dépor pedía a gritos que llegara el descanso para reorganizarse y buscar una solución a sus numerosos problemas, tanto en ataque como en defensa. Poco antes del intermedio hubo otro susto para el público coruñés, el que involuntariamente protagonizó Sidnei. Trató de despejar un córner con la cabeza y casi marca en propia meta. Fue la última clara para la Real, bastante superior al Dépor durante los primeros 45 minutos.

El nuevo dibujo no funcionaba. Hacía falta un cambio radical y Víctor buscó más consistencia en el centro del campo dando entrada a Wilk en lugar de Domínguez. Hombre por hombre, pero fiel al sistema de tres centrales. Poco mejoró el Deportivo al inicio del segundo acto. Siguió desordenado, a merced de la Real. Por lo menos seguía vivo con el 0-0. Tal y como pintaba el partido, lo mejor que le podía pasar al equipo coruñés era que el empate se mantuviera hasta el final. Sin embargo, mediada la segunda parte el Dépor dio un paso al frente en busca de algo más que un punto. Necesitaba los tres para cuadrar mínimamente las cuentas antes de visitar el campo del vigente campeón. Rascar algo positivo en el Calderón iba a ser una tarea complicada, casi imposible, así que tocada hacer los deberes en casa. Por eso el equipo coruñés se envalentonó para irse hacia arriba con un poco más de decisión. Por lo menos, creó algo de peligro. Primero, a la salida de un córner que Insua casi cabecea a gol, y poco después con una acción personal de Postiga dentro del área.

La Real también cargó lo suyo, sobre todo por mediación de Vela, pero ya sin dar tanta sensación de dominio como en la primera parte. Víctor se jugó la carta de Toché en busca de un golito con el que arreglar otra noche aciaga de fútbol. Más allá del resultado final, el Deportivo volvió a ser un equipo muy limitado, con problemas tácticos graves de no saber a qué jugar, algo muy preocupante a estas alturas de campaña. Vive de chispazos aislados, como el chutazo de José Rodríguez que casi acaba en gol, y de su afición, incombustible para llevar al equipo en volandas siempre en busca de un último esfuerzo. Y eso hizo, cargar con más corazón que fútbol, pero sin éxito. Por lo menos, suma y no encaja. Mal menor para el Deportivo.