A Francisco Javier Romero Taboada, Jimmy, sus amigos le llamaban el Abuelo. Lo era de Los Suaves, una sección de los Riazor Blues, la más veterana y quizá también la más radical. Jimmy era de los más antiguos entre todos los integrantes de los Blues. Con 43 años había vivido ya múltiples experiencias con sus colegas de siempre detrás de una camiseta blanquiazul, la del Deportivo.

Una casaca que luce habitualmente su esposa mientras juegan con su pequeño de cuatro años en la plaza del Humor. Era habitual que a media tarde de cualquier día soleado estuviesen ambos, Jimmy y su mujer, con su niño que correteaba detrás de una pelota con su eterna sonrisa en la boca.

Ese juego podrá repetirse en el futuro, pero le faltará uno de sus protagonistas, un hombre de 43 años que deja viuda y dos huérfanos -además de su pequeño de cuatro años, Jimmy también tenía una hija de 19 de un matrimonio anterior- al quedarse sin vida a la orilla del Manzanares y en la aguas del río que acaricia el coliseo del Atlético de Madrid.

Jimmy residía en la calle de la Franja, muy cerca de la plaza de María Pita y a escasos metros de la plaza del Humor. Ayer a mediodía toda la zona hacía la misma pregunta: "¿El chico que murió es el que vive encima de la peluquería?". Hubo quien dudó, pero la fotografía del seguidor deportivista inundaba ya la redes. "Sí, es él", respondían al observar la fotografía.

Consternación y sorpresa. Un aire helado recorría toda esta calle, habitualmente concurrida por ser una de las clásicas de vinos y comidas. Coincidían quienes lo identificaban en que era un hombre "muy callado al que siempre veías muy pendiente de su hijo". Paradójicamente, era respetado en el grupo por sus años entre los Blues y por ser también uno de los integrantes que más llamaba a la calma ante cualquier conflicto.

"Una maldición"

Mientras Jimmy se dejaba la vida en el Manzanares, su padre "se debate en la cama del hospital", decía ayer una vecina de la Franja, que aludió a una especie de maldición que le toca vivir a esta familia cada 30 de noviembre. "En San Andrés siempre pasa algo, a ver qué pasa esta vez", se lamentaba la madre del fallecido antes de conocer la noticia, según una vecina.