Eres lo que vales, para lo que sirves. Tan duro como real. Y nadie se escapa. ¿Es útil Víctor Fernández? ¿Delegar funciona si quien te susurra al oído tiene algún debe o lleva piedras en la mochila? Es tan delgada la línea que separa la confianza plena de la inconsciencia. Y ahí se mueve Tino Fernández. Arrastrando sus pies por el alambre, entornando sus extremidades sobre la débil guía y con una barra que le equilibra mientras ahí abajo, en el foso, le esperan muchos. Para cobrarse las suyas y las ajenas.

El nombre de Celso Borges es el primer opio de estas navidades. Nadie le pone reparos pero hay una droga mucho más anestesiante que el fútbol y es la que se pasa desde el 1 al 31 de enero. El mercado es un recurso, más que válido, y no hay que desaprovecharlo. Eso sí, quien no analiza su proyecto en conjunto comete el mismo error que el que huye hacia adelante pidiendo una hipoteca sobre una hipoteca. Cabeciña. Prioridades.

Es difícil decir al 100% si Víctor Fernández es mal o buen entrenador, sentenciarlo. Su currículum le defiende, las circunstancias le han generado peajes. Quizás el problema es el enfoque. ¿Es el técnico que necesitaba o necesita este equipo? ¿Hay quien lo mejore a un precio razonable y asumible? ¿Quién cree en él? Si las circunstancias en el despido de Fernando Vázquez hubiesen sido diferentes, ¿seguiría en el cargo? Tino Fernández debe hacer una reflexión profunda y ampliar su espectro de audición entre los que tiene a su alrededor. Mejor le irá. Ya demostró visión institucional pidiendo perdón por el cierre de la grada de Maratón Inferior. El club por encima de todo. Momentos delicados exigen gestiones de nivel y, sobre todo, hechas desde la honestidad y la coherencia. Que tu conciencia no te despierte por las noches.

La diana señala a Víctor y la justicia es muy sui generis en el mundo del fútbol. Debería haber muchas más en este proyecto. El sentido común cuestiona más su idoneidad que sus credenciales. ¿Es Fernando Vázquez el mejor técnico que pasó por A Coruña? No, ni mucho menos. ¿Era ese 'bendito loco' que hacía falta hace dos años? Sí, sin ninguna duda. Pues en esta ocasión ocurre algo parecido. Aquel axioma de que es más fácil prescindir de uno que de 25 no falta a su cita en cada Liga; ya han caído varios. El aragonés no le ha sentado bien al Dépor, a todos los niveles. No ha entendido a la grada ni al vestuario. Y sobre todo su equipo habla por él y no lo hace nada bien. Tampoco en Abegondo, con el balón en los pies, le han echado una mano. Uno deseando irse y otros anhelando que se vaya. Real o no, eso es lo que desprende el lenguaje no verbal de todas las partes y mientras tanto, el Dépor penando, esperando, sin soluciones.

Enero. Llega el momento de las ideas claras, coherentes y prácticas y no de las eternas negociaciones british por Mitroglou o Zuculini. Si el mercado de verano ya no perdona, es mejor no pensar en las consecuencias de un paso en falso en el próximo mes. Cada decisión delinea de manera milimétrica el futuro. Hay algo peor que equivocarse: no querer reconocerlo y no ponerle remedio, volver sobre tus pasos. Ahí sí que ya no habrá excusas.

Salió de peores

Este 2014 ha sido duro y agotador para el deportivismo. En el fondo (para bien y para mal), ha servido para radiografiar a todos y cada uno de los comparten grada o que viven un sentimiento a miles de kilómetros de distancia. La información nunca sobra. Es una manera de jugar con ventaja. A pesar de todo, el Dépor y Riazor siguen siendo lo que mueve a A Coruña. Una ilusión. La ciudad late a su ritmo. Si está mal, amanece bronca. Si renace, se multiplican las sonrisas cada mañana. Quien piense lo contrario se equivoca. Y ante algo de tal calado, hay que ponerse también en perspectiva. Este club tiene 108 años y ha salido de peores. Calma.