Riazor se le atraganta al Celta casi por sistema, no hace falta acudir a los clásicos de aquel Deportivo de Champions para ver cómo casi de forma continuada los derbis se caían del lado de los blanquiazules cuando se disputaban en A Coruña. En muchos, con el Celta como gran favorito. Como ahora, que llega con cuatro puntos de ventaja y en una temporada en la que apuntaba a Europa, aunque ese es un sueño que los celestes se tendrán que conformar con roncar, que decía Jardiel Poncela. En otras campañas llegaron los célticos con la vitola de favoritos, sin ir más lejos hace dos años -se cumplirán en marzo-, cuando llegaron a Riazor con un Deportivo casi desahuciado y al que Fernando Vázquez insufló una especie de sobredosis de confianza, tanta que la remontada casi le permite quedarse en Primera. Esa temporada todo empezó con la clara victoria sobre el eterno rival, ese al que Riazor se le atraganta y de donde salió derrotado en 17 de los 31 partidos que disputó. "Esto es Riazor", debería poner en un cartel bajo el que pasasen celestes, y demás rivales, emulando lo que hace el Liverpool en su Anfield.

Ahora la situación es muy similar a la de hace dos cursos, aunque con el conjunto blanquiazul en una situación menos comprometida. Partirán los locales con una desventaja de cuatro puntos sobre los célticos, pero oteando el pozo del descenso con la relativa tranquilidad que otorgan los cinco puntos de margen que tiene el cuadro de Víctor Fernández. Hace dos años los deportivistas eran últimos a nueve puntos de la permanencia. Claro que los celestes no estaban mucho mejor, pues eran penúltimos, aunque a tres puntos de los puestos que garantizaban la salvación. Ese era el partido -con mayúsculas- para los locales y lo salvaron. La salida del pozo estaba más cerca, incluso llegaron a salir de la zona de peligro, pero en la última jornada volvieron a entrar y quedaron sentenciados. Dos años atrás los deportivistas fueron capaces de decidir un encuentro que se les puso de cara con un gol madrugador de Riki y con los posteriores de Silvio y Salomão. El tanto del Celta solo sirvió para asear sus estadísticas.

Fue ese el último enfrentamiento entre ambos equipos en Riazor, el que supuso la 17ª victoria blanquiazul sobre su eterno rival. No le bastó para alcanzar el objetivo, pero sí permitió reforzar una ilusión que había hecho renacer apenas un mes antes Fernando Vázquez, que ya antes de jugarse había conseguido que el deportivismo ganase el partido. Ahora toca de nuevo para empezar a sentir tranquilidad.

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