La línea ascendente que desde enero trazó el Deportivo y que le permitió distanciarse en cinco puntos de los puestos de descenso se interrumpió por un bache inicialmente solo de resultados, pero que ahora también es futbolístico. Eso es lo más preocupante, la falta de argumentos para sacar adelante los partidos, como quedó de manifiesto el pasado domingo frente al Espanyol. La impotencia mostrada debilita la confianza del equipo coruñés justo en el tramo decisivo de la temporada, cuando de verdad se deciden los objetivos. Tras el parón el Dépor tendrá que afrontar tres encuentros vitales, ante Getafe, Córdoba y Real Sociedad, y ahora mismo no parece estar en la mejor disposición para superar con éxito esos tres exámenes casi definitivos para calibrar sus opciones de salvación. Víctor Fernández aprovechará estas dos semanas sin competir para buscar soluciones a los problemas del equipo, que son muchos.

EFalta de gol. Contra el Espanyol el conjunto coruñés dispuso de pocas ocasiones, aunque sí generó las suficientes como para haberse adelantado antes de acabar sufriendo en la recta final. Oriol Riera e Iván Cavaleiro fallaron las más claras. El Deportivo no ha marcado en las últimas dos jornadas y sigue anclado en los 23 goles, un registro muy pobre. Solo los dos últimos clasificados -Granada (18 tantos) y Córdoba (20)- han celebrado menos dianas que el equipo blanquiazul, cuyo pichichi sigue siendo Lucas Pérez, con cuatro aciertos.

EFútbol plano. El único futbolista que dio la impresión de poder revolucionar el partido del pasado domingo fue Diogo Salomão, quien aprovechó su primeros minutos en la presente Liga para demostrar su verticalidad desde el primer momento. Suyo fue el centro que dejó solo a Riera ante el meta Casilla en la acción en la que delantero reclamó un posible penalti. Por lo demás, el ritmo del Dépor con balón fue muy bajo y siempre constante hasta el punto de insistir en un fútbol plano y generalmente previsible. Le sigue faltando velocidad de tres cuartos de campo en adelante y, sobre todo, esas dosis de calidad que Luis Fariña no supo inyectar ante el Espanyol. A falta de fútbol combinativo, el equipo coruñés recurre con demasiada frecuencia a los balones en largo para aproximarse al área rival.

ESin puntos ni sensaciones. Después de encadenar dos triunfos seguidos por primera y única vez en la temporada, ante Rayo Vallecano (1-2) y Eibar (2-0), el equipo coruñés encajó dos derrotas consecutivas ante Madrid (2-0) y Celta (0-2) pero fueron partidos en los que el Deportivo dio la cara y tuvo sus opciones. No sumaba, pero por lo menos las sensaciones eran positivas. A partir de ahí empezó la cuesta abajo, primero en Almería ante un rival inferior que jugó casi toda la segunda parte con diez (0-0) y una semana después contra el Sevilla, un adversario de superior categoría que aprovechó el intercambio de golpes que le planteó el Dépor para llevarse los tres puntos de Riazor gracias a su mayor pegada (3-4). Faltó equilibrio, igual que ante el Valencia (2-0) y el Espanyol (0-0). De las buenas sensaciones pese a los malos resultados, el equipo de Víctor Fernández ha pasado a un momento de dudas e indefinición.

ECarga emocional. Sobre los hombros de los futbolistas del Deportivo recae un peso extra por la importancia que para la viabilidad del club tiene la continuidad del equipo en la máxima categoría. El domingo, ante el Espanyol, el conjunto coruñés sufrió un bajón en la recta final no solo por el desgaste físico sino también por la angustia de ver cómo se escapaba una oportunidad inmejorable para dar un paso de gigante en la carrera por la salvación. Controlar esa ansiedad y canalizar todas esas ganas en favor del equipo serán factores fundamentales para cumplir el objetivo. De momento, sigue dependiendo de sí mismo para alcanzarlo, aunque necesitará cuatro victorias más, como mínimo.

ECuatro en Riazor, seis fuera. La dificultad del sprint final liguero es todavía mayor para el Deportivo teniendo en cuenta que tendrá que afrontar seis partidos fuera (Getafe, Real Sociedad, Málaga, Elche, Athletic y Barcelona) y solo cuatro en casa (Córdoba, Atlético, Villarreal y Levante). En teoría es una desventaja, aunque jugar en Riazor tampoco está siendo fácil para el equipo coruñés por la profunda fractura social que existe, escenificada el pasado domingo con el sector de los Riazor Blues desierto en Maratón Inferior y un ambiente desangelado en todo el estadio. Hasta el momento cuatro de las seis victorias del Deportivo han sido como local (ante Valencia, Elche, Athletic y Eibar) y solo dos a domicilio (Eibar y Rayo Vallecano).