Todo lo que empieza mal no tiene por qué acabar peor. El destino te ofrece rayos de luz al final de la tormenta o alguna ráfaga de refrescante olor en plena inmundicia. El karma también tiene sus momentos. Quien estuvo en esa grada, quien lo vivió pegado a un transistor o quien haya escuchado la historia o visto las imágenes con los sentidos bien abiertos, sabe que el gol de Vicente le impide desfallecer a cualquier deportivista. Es así. Sí, todo se ha hecho mal, rematadamente mal. La mejoría asoma un día y al siguiente cava su topera aún más profunda. Que haya tiempo alimenta la esperanza de que una huida hacia el precipicio solo sea un camino lleno de curvas. Pero no hay que rendirse mientras la sentencia no esté dictada, hasta el descuento.

Tres entrenadores, la desgracia de Sagarzazu, el presidente García Yáñez con la UVI en la antesala del palco, otros dos jefes de junta interinos, veinte jornadas en descenso (desde el Dépor-Burgos del debut de Fran), siempre remontando, los goles de Portela y el Flaco Gil ante Oviedo y Málaga, seis partidos sin ganar... hasta que Alba cayó. Todo puede ir a peor, pero siempre quedará Vicente, esa explosión, el recuerdo de que nunca hay que rendirse ni dejar de confiar, de que, aunque no hizo méritos, el Dépor tuvo una segunda oportunidad. No estaría mal darle un poco menos de emoción, aunque el sufrimiento te haga sentir vivo. Si fuese posible elegir... El anhelo tampoco se puede convertir en autoengaño. No hay que ponerse vendas para inventar una realidad paralela a la que muestra el Dépor. Y a la fe también está bien de vez en cuando darle algún empujoncito.

La realidad palpable, la de cada domingo y la que te espeta tu historia. El Dépor siempre se ha sentido incómodo en las angustias del descenso. Por suerte, su época dorada lo mandó de paseo por Europa. El equipo ascensor de los 60 no se recuerda porque sí y las dos últimas veces salieron cruz. Entre una cosa y otra, no se salva en un final de Liga apretado desde 1992, también con Arsenio. Siempre él y su abrazo con Martín Lasarte. Veintitrés años bien justifican reescribir la historia.

Ya hoy y en el césped, el problema del Dépor no fue perder ante el Atlético, fue que la leve mejoría de San Sebastián hizo anhelar el principio de algo más, de un cambio. Y por momentos recordó tanto a la desfeita de las primeras treinta jornadas que las piernas no paran de temblar. No hay salida. La misma... El partido se podría considerar casi un combate nulo si no fuese porque el Dépor salió con varios ojos morados. El balón parado. Otra vez Oriol Riera, como en Getafe, le dio una asistencia invisible a Griezmann y él no perdona. Tampoco merecía el indulto el equipo. Lleva tantas calamidades por el estilo. Otro mazazo ejecutado bajo una repetitiva realidad. Y ahí se acabó el duelo. Tuvo idas y venidas, pudo haber goleada o un empate? La sensación es que ahí murió. Víctor arriesgó y no le salió bien. Nunca se sabrá si sin esos goles tan madrugadores y dolorosos habría sido diferente. Es difícil calibrar si su plan tenía la materia prima suficiente para mirar a los ojos a la poderosa media del Atlético, aún más reforzada. Los cambios y el descanso volvieron a reactivar al equipo. Ojalá esa inercia llegue a Málaga. Lo que no tiene sentido es enjuiciar globalmente al nuevo entrenador por dos partidos, compararlo cuando aún ni se sacudió los zapatos a la entrada. Démosle tiempo, tampoco tiene mucho. Y la casa quedó manga por hombro.

Es el tiempo de los jugadores

Llegan seis partidos que son una vida para el Dépor. Lo tiene en su mano. No va a ser fácil, pero tampoco es una quimera ni afronta la carrera con excesiva desventaja. Poco a poco la mano de Víctor se hará notar, pero los que deben dar un paso al frente son los jugadores. Ya tenían que haberlo hecho antes y, por unas razones u otras, han estado muy poco expuestos entre el cambio de entrenador, la crisis institucional, la marejada social... Todo eran coartadas y es el momento de que se vayan acabando. Riazor estará con ellos, pero algo deben retribuir ya, demostrar que son de Primera, que tienen dentro el fútbol que deje a este club y a esta entidad en la que categoría que se merecen.