El Dépor tuvo que ver la luz al final del tunel. Y aún debe notar destellos si cierra los ojos. Pero acabó volviendo a la vida en Málaga cuando ya alguno se aprestaba a firmar su acta de defunción en Primera. Poco más de diez minutos en el otro lado y el desfibrilador por fin funcionó. En el límite. La confianza no se construye en un día y el equipo de Víctor Sánchez del Amo sigue dudando, aunque poco a poco despierta y da pasos que pueden no ser suficientes en esta carrera por la salvación. Hasta tiene capacidad de reacción, algo impensable hace algún tiempo. El valor del empate ya se verá, pero lo que sí es seguro es que el punto es imprescindible para seguir en la pelea. Por números y por estado de ánimo.

El equipo arrancó temblando. Sus peores fantasmas son los que lleva dentro, esos que le hacen pensárselo todo un millón de veces y que le han llevado a estar desde febrero sin ganar. El Málaga es quizás uno de los equipos que más le puede acelerar el corazón, simplemente sus cualidades hacen más patentes las debilidades blanquiazules. Es un equipo rápido, joven, directo, con mucha velocidad, y ahí es donde el Dépor sufre, en las transiciones, corriendo hacia atrás. Y el guión se cumplió, al menos, en los primeros quince minutos. Un conjunto coruñés algo perdido, ante otro que sabía cómo hacer daño, el alivio es que no lo hizo. Bien es cierto que al Dépor se le vio un atisbo de mejoría en el que fue a más y que acabó convirtiendo en incipientes cualidades de su fútbol a partir del minuto 20. El eterno '18', ahora en la banda, siguió con dos delanteros arriba, pero armó más al equipo con Juan Domínguez tirado a la izquierda. Quería poner la línea bien arriba, no acogotarse y lamentar. Esa actitud le parapetaba ante su rival, pero también le hacía exponerse. Entre los fallos locales, el acierto de Fabricio y sus compañeros, y el palo que repelió el balón de Juanmi, el plan resistía y hacía de lanzadera para los herculinos.

Todo empezó a cambiar en dos jugadas aisladas. El Málaga se notaba tan cómodo que un par de controles largos habilitaron dos contras del Dépor. Lucas fue egoista y falló, como ya le había ocurrido en una oportunidad en el minuto cinco. Más allá del gol que nunca llegó, esos zarpazos desperezaron a los coruñeses y les quitaron los nervios mientras las dudas se trasladaban de bando. El partido empezó a igualarse. La sobriedad de Juan Domínguez completaba la movilidad del zurdo coruñés y Cavaleiro. Todo aderezado con uno de los mejores partidos de la temporada de Luisinho, omnipresente desde una posición que no está llamada a ser capital. El Dépor había resistido, miraba a la cara a su contrincante y hasta se dio el lujo de fallar alguna oportunidad. Al menos, estaba en el partido y la sensación era de que iba in crescendo ante un Málaga superior en condiciones.

El inicio de la segunda parte fue una descarga eléctrica. Dos ocasiones en un minuto y a la tercera, el gol. Otra puñalada, el deportivismo ya perdió la cuenta. Un balón largo, este no era fuera de juego, y Amrabat, en vez de aprovechar la ventaja, templó, se buscó un sitio para el remate y acabó desnudando a Fabricio con un disparo seco al primer palo. Era parable, pero el balance sale a deber con el canario.

Es imposible no sentir un golpe así y al Dépor, claro que se le movió la mandíbula. Su reacción tampoco fue instintiva. Mientras el Málaga dudaba si ir a remachar o regalarle la pelota a un rival camino del precipicio, se rehizo. Una llegada de Lucas, otra carrera de Cavaleiro, la enésima galopada de Luisinho. Y, de repente, se vio aprovechando un arma mil veces desperdiciada en este proyecto: el balón parado. Un centro tenso de Lucas fue impulsado a la red por Riera. Por fin un gol suyo servía para puntuar.

Y ahí se abrió aún más el partido. Sin pisar el acelerador, las ocasiones empezaron a alternarse. Un gol bien anulado al Málaga, un balón al palo de Lucas con Kameni batido, una parada milagrosa de Fabricio en el descuento. Fue un empate de dos equipos que pudieron triunfar o penar. Buscaron desnivelar la balanza del partido y acabaron al mismo nivel. Un punto de vida para el Dépor. Sigue la lucha.