Tres partidos permitieron comprobar que algo cambió en el Deportivo y que lo hizo para mejorar. Lo más importante es que ya funciona como equipo. En Anoeta, frente a la Real Sociedad, pocas cosas se pudieron ver porque Víctor Sánchez apenas pudo trabajar tres días con sus futbolistas; en Riazor frente al Atlético se notó una mejoría, pero insignificante ya que enfrente estaba un adversario aguerrido y competitivo; finalmente en La Rosaleda se vio a un equipo, el coruñés, que además de ofrecer mayor consistencia defensiva y tener más presencia en el área adversaria supo competir ante un rival de mayor entidad y que busca una plaza en la Liga Europa.

-Líneas más juntas para defender sin dejar espacios al rival. Dentro de las peculiaridades de cada adversario tiene que haber una base sobre la que se asienta el boceto del entrenador. En Málaga, con la misma defensa de cuatro que en los anteriores encuentros, cambió que salió con cuatro hombres que se cuadraron por delante de la retaguardia cuando tocaba defender, además dejando muy pocos espacios entre ambas líneas para evitar la circulación de balón de los malaguistas. Así fue que la mayoría de las jugadas de peligro de los locales llegaron con desplazamientos en largo. Y ahí aparecía la figura de Fabricio, que además de ser portero también supo jugar como líbero fuera del área.

-Mayor presencia defensiva en jugadas de estrategia a favor. Hubo en La Rosaleda momentos en los que el Málaga intentó sorprender al Deportivo a la contra tras una acción de estrategia del equipo coruñés en las proximidades del área local. Hasta hace muy poco, la retaguardia estaba formada por un futbolista ubicado sobre la curva del círculo central, en campo rival, y otro un poco más adelantado. En Málaga ya se vio que había hasta tres futbolistas guardando su parcela. El más atrasado estaba incluso sobre la línea de cal que divide las dos mitades del terreno de juego. Además, había otros dos compañeros escalonados pendientes también de las salidas por banda.

-Y por fin llegó el gol a balón parado. Mendunjanin había marcado un gol de falta directa en el Sánchez Pizjuán frente al Sevilla. Ese espectacular tanto había servido para igualar un partido que se había puesto de cara para los sevillistas, que finalmente acabaron goleando. Lucas también estuvo a punto de acertar disparando directamente a la portería contraria, pero en dos ocasiones el balón fue repelido por la madera. Sin embargo, en jugadas de estrategia en las que no hubo lanzamiento directo el Deportivo no anotó hasta el domingo en La Rosaleda. Tuvieron que pasar 33 jornadas. Habrá quien considere que Borges marcó tras una falta en Vallecas, pero en realidad le rebotó en las piernas tras un rechace. La jugada nació en una falta y también el tico buscó el remate, pero no fue como el de Riera en Málaga.