Resulta complicado exigirle a un equipo que ha ganado tan solo seis partidos en toda la temporada y que acumula doce jornadas sin conocer la victoria un juego vistoso, que destaque sobre el del rival, que fabrique ocasiones y que además las materialice. Y sin embargo no hace mucho lo hizo, aunque con sus claras limitaciones. Lo que resulta más complicado es averiguar cómo un equipo inmerso en una situación como la del Deportivo termina un partido como el de anoche contra el Elche y es incapaz de dar un solo argumento que permita pensar en que la salvación a final de temporada es posible. Fue un partido malo, a la altura de los peores del Deportivo esta temporada. Era fácil asociar la imagen en el Martínez Valero con la del Sánchez Pizjuán y El Madrigal. El agravante es que el equipo se jugaba ayer buena parte de sus opciones de salvación, ante un rival de la parte baja de la clasificación y con el viento a favor del resto de resultados de la jornada. No se adivinaron en ningún momento todas esos condicionantes en un equipo que por carecer careció hasta de alma para dejarse.

Quizá sea eso lo primero que tenga que recuperar Víctor Sánchez con vistas al partido del sábado contra el Villarreal en Riazor. A falta de argumentos futbolísticos y recursos con los que pensar en la salvación a través de la pelota, y teniendo en cuenta también que llegó en la jornada 31 del campeonato, su trabajo deba inclinarse más hacia lograr que al menos las sensaciones que deje su equipo sean diferentes a las de ayer.