Volvió el peor Dépor de la temporada, el que sale a verlas venir, el que regala las primeras partes, el que da facilidades, el que defiende con la mirada, el que se deja arrollar... Se jugaba la vida en Elche, pero no dio esa impresión en ningún momento. Encajó cuatro goles y pudieron ser más. Fue un auténtico desastre, un juguete en manos del rival. Sin excusas. Ni una. Doce jornadas sin ganar. Carne de Segunda, por mucho que las matemáticas aún le den vida. Poco tiene a lo que agarrarse y le resultará difícil levantarse tras el esperpento de anoche, pero no tiene tiempo para lamentarse si quiere seguir soñando con la salvación. Pasado mañana llega a Riazor el Villarreal y esa sí que es la última bala. Ganar o morir. Una de dos. Así de duro. Así de real.

Nada se puede salvar del partido de ayer. De los peores de la temporada, quizá el peor, solo comparable al desastre de Sevilla. Todo lamentable, para olvidar. Una pesadilla impensable teniendo en cuenta la mejoría que había experimentado el Deportivo desde la llegada de Víctor Sánchez. Venía de hacer un encuentro notable en Málaga y el técnico dio continuidad al mismo once, con la única novedad de Sidnei, que volvía tras sanción.

Solo habían pasado tres días desde el empate en La Rosaleda. Muy poco tiempo, pero el suficiente para que al Dépor se le olvidara de golpe todo lo bueno que había hecho en la jornada anterior. Venía de hacer un partido muy serio, de jugarle de tú a tú en su campo a un candidato claro a Europa. Esperanzador. Tenía motivos para cargarse de ilusión para la visita a Elche pero desde el pitido inicial el Dépor volvió a ser una caricatura de equipo, recordando a las noches más oscuras de la etapa anterior con Víctor Fernández al frente. Lo peor es que ni siquiera compitió. Eso es lo más alarmante, más que el 4-0.

Los dos se jugaban mucho, pero fue el Elche el único que salió a morder. Presión muy adelantada, clara superioridad en el centro del campo y un hambre voraz por encontrar cuanto antes el gol. Aún no se había cumplido el primer minuto de juego cuando Fajr avisó con un centro peligroso desde la derecha. El Deportivo aún no había arrancado y el Elche ya pisaba a fondo el acelerador hasta que en el minuto 6 consiguió adelantarse tras una gran acción personal de Damián. Uno a uno fue sorteando a todos los defensores que le salieron al paso -primero Luisinho, luego Juan Domínguez y por último Sidnei- hasta meterse en la cocina y conectar un pase de la muerte que Jonathas aprovechó.

Once goles lleva el brasileño, un auténtico lujo para cualquier equipo de la zona baja, empezando por el Deportivo. Un cabezazo desviado de Oriol Riera fue la única aproximación del equipo coruñés en los primeros 45 minutos. Se limitó a deambular sobre el césped, dejándose llevar sin más. Estuvo a merced del Elche, que le dio un auténtico baño. Ni siquiera necesitó hacer faltas para frenar al rival porque el Dépor apenas fue capaz de enlazar más de dos pases seguidos. Nadie quiso el balón y casi todos pasaron de puntillas sobre el césped del Martínez Valero. Por ejemplo, Juan Domínguez, esta vez perdido como improvisado interior izquierdo; o Celso Borges, desaparecido; o Alberto Lopo, que a los 20 minutos le dio a Álvarez Izquierdo un motivo para señalar penalti. Mínimo motivo, porque ese tipo de agarrones dentro del área no se suelen pitar, pero el suficiente para acabar de poner el partido cuesta arriba. Lombán no perdonó desde los once metros y amplió la ventaja para el conjunto local, que siguió jugando a placer hasta el descanso.

Ni rastro de reacción por parte del Dépor, una auténtica pena de equipo en todas sus líneas. El Elche siguió a lo suyo, dueño y señor del partido, y casi encuentra el 3-0 poco antes del intermedio, con una potente falta lanzada por Lombán que no encontró portería por poco. Visto el panorama, lo mejor que le podía pasar al Dépor era que se llegara al descanso cuanto antes para buscar otro plan con el que buscar un cambio radical.

Con esa intención inició la segunda mitad, dispuesto a lavar la mala imagen y encontrar un gol con el que meterse en el partido. Y lo pudo firmar Oriol Riera en el 49, tras un buen centro de Luisinho, pero el catalán cabeceó fuera. Poco más le duró la ilusión al Deportivo. Solo cinco minutos, los que tardó Pasalic en finiquitar el encuentro con el 3-0. Fabricio evitó que Jonathas marcara en primera instancia, pero el rechace fue directamente hacia la portería y Lopo no pudo impedir el remate final de Pasalic.

La sensación de impotencia lastimaba tanto como el resultado a un Deportivo desesperado y sin argumentos. Oriol Riera y Cavaleiro buscaron sin suerte el gol del honor. Los cambios no funcionaron, como tampoco el esquema arriesgado por el que Víctor apostó a la desesperada para la última media hora, adelantando a los laterales y situando a Álex entre los dos centrales. El Dépor llegaba tarde. El partido ya estaba resuelto. Todo lo demás sobró, incluido el postrero gol de Garry Rodrigues.